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Los parques africanos no sirven para proteger la fauna

Un estudio en Kenia dice que los animales desaparecen al mismo ritmo dentro y fuera de las reservas

MANUEL ANSEDE

Las legendarias reservas naturales de Kenia no sirven para nada. Las poblaciones de grandes mamíferos han sufrido un declive en todo el mundo en los últimos decenios, aunque el ser humano ha confiado en que el 10% del territorio mundial que está protegido conservaría los últimos reductos de la fauna del planeta. Pero, ¿y si esta tesis fuera errónea?

Un equipo de científicos ha realizado, por primera vez, un estudio meticuloso del sistema de parques nacionales de un país africano, comparando su estado con el del resto de territorios con animales salvajes de la nación. Los resultados son inquietantes. La decadencia de los grandes grupos de elefantes, jirafas, impalas y otros mamíferos en Kenia sucede al mismo ritmo en los parques y reservas, como el célebre Masai Mara, y en el exterior de las áreas protegidas. Las reservas no son santuarios donde los animales viven en condiciones idílicas. Entre 1977 y 1997, el periodo del que se dispone de datos fiables, la fauna keniana se redujo un 40%, tanto dentro como fuera de los parques.

El estudio, publicado esta semana en la revista PLoS ONE, sugiere que este patrón catastrófico se estaría repitiendo en otros países de África. El Parque Nacional de Kruger, en Suráfrica, famoso desde que la victoria de una manada de ñus sobre un grupo de leonas saltara a YouTube, fue testigo de caídas de más del 90% en el censo de varias de sus especies de antílopes entre 1986 y 1993. Y en situación parecida se encuentran el cráter del Ngorongoro, en las tierras volcánicas de Tanzania, y el Parque Nacional de Waza, en el norte de Camerún.

'Estamos empezando a entender que las presiones en la periferia de los parques también afectan a la fauna en su interior', explica el director del estudio, el biólogo David Western, de la Universidad de California (EEUU) y ex director del Servicio de Parques de Kenia. A su juicio, las autoridades no tienen en cuenta las rutas migratorias a la hora de trazar los límites de una reserva y, cuando la tierra extramuros del parque se dedica a la agricultura, estas autopistas de la biodiversidad desaparecen, bloqueando las fuentes de alimento.

Paradójicamente, las mayores pérdidas de fauna se registran en las áreas mayores. 'Un gran parque es más difícil de proteger de los cazadores furtivos. Además, en las principales reservas no existe conexión íntima entre el parque y la comunidad que vive en su entorno', aclara Western. La población local no obtiene un euro de los parques, así que opta por saquearlos. En 2007, unos dos millones de turistas dejaron unos 500 millones de euros en Kenia. Según Western, fueron a parar a las agencias de viajes, los hoteles y el Gobierno. Nada para los habitantes ancestrales de la tierra.

En opinión del biólogo, la solución es crear 'parques más allá de los parques', implicando a las comunidades locales en su conservación. Pero para ello el dinero debe atravesar el filtro del voraz Ejecutivo keniano, formado por más de 40 ministros.

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