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Pekín propone más atención psicológica a "antisociales" tras una ola de ataques

EFE

La ola de ataques a escuelas y guarderías de China en los dos últimos meses ha causado gran alarma entre los padres chinos y en el seno del Gobierno, donde se ha pedido mayor atención psicológica a individuos "antisociales y paranoicos" de todo el país, informó hoy la agencia oficial Xinhua.

Tras el último incidente ayer, miércoles, en el que murieron siete niños en el ataque a una guardería, los ministerios de Seguridad Pública y Educación celebraron una reunión de emergencia en la que se pidió a las autoridades locales aumentar las medidas de seguridad, pero también hacer frente a los problemas sanitarios y sociales que podrían haber generado esta ola de crímenes.

El ministro de Seguridad Pública, Meng Jianzhu, pidió en la reunión, transmitida por teleconferencia a las oficinas locales subordinadas a su ministerio, que la policía "hable más con la gente para resolver las disputas y los problemas, con el fin de resolver los conflictos sociales".

Meng también instó a una mayor cooperación entre policía y maestros para hacer frente a los ataques, así como una mayor presencia de efectivos policiales en escuelas y guarderías, con frecuentes inspecciones de los edificios educativos.

Además, numerosas escuelas en todo el país han contratado guardias privados a raíz de los ataques.

En Pekín, por ejemplo, se calcula que han sido contratados en las últimas semanas más de 2.000 para vigilar 500 centros educativos (aunque otros 4.500 no cuentan con este tipo de protección).

Tras una investigación preliminar, se ha descubierto que el infanticidio de ayer, cometido por un hombre de 48 años llamado Wu Huanming, se inició por un conflicto de propiedad, un tema que causa decenas de miles de protestas y conflictos sociales en el país asiático cada año.

En este caso, Wu era dueño del edificio donde se encontraba la guardería que atacó, pero no había llegado a un acuerdo con la inquilina, Wu Hongying -una de las víctimas mortales-, cuyo contrato de arrendamiento había finalizado en abril.

La inquilina deseaba continuar en el piso y usarlo como guardería hasta junio o julio, coincidiendo con las vacaciones de los niños.

El asesino mató con un cuchillo de cocina a la inquilina, a su madre de 80 años y a siete niños de la guardería (hiriendo a otros 11 menores, dos de ellos de gravedad), para después suicidarse en su casa.

El suceso se produce pese a que, a raíz de la preocupante ola de ataques a escuelas chinas, se había incrementado la seguridad en los centros educativos de todo el país en las última semanas.

Esta cadena de agresiones se inició el 23 de marzo, cuando un cirujano que había perdido su trabajo y su novia, Zheng Minsheng, mató a puñaladas a ocho niños e hirió a otros cinco en la puerta de un colegio en la provincia suroriental china de Fujian.

Zheng fue condenado a muerte y el mismo día de su ejecución, 28 de abril, otro hombre armado con un cuchillo hirió a 16 niños y un maestro en la provincia sureña de Cantón.

Un día después, otro hombre hirió con arma blanca a 29 niños y tres adultos en un parvulario de la ciudad de Taixing, en la provincia oriental china de Jiangsu.

Y dos días después, el 30 de abril, cinco niños y un profesor resultaron heridos cuando un hombre les atacó con un martillo de hierro, para después suicidarse, en un jardín de infancia situado en la provincia de Shandong (este de China).

Antes, el 13 de abril, otro asaltante, armado con un cuchillo de cocina, atacó a niños y adultos en una escuela de Sichuan (suroeste), causando la muerte de un menor de edad y una mujer e hiriendo a otros tres estudiantes.

Expertos chinos han comenzado a señalar que la terrible ola de ataques podría tener su base en la presión social que ha producido en el país el rápido cambio económico y de costumbres, aunque también podría haber cierto "efecto llamada" a raíz de la aparición de los sucesos en los medios de comunicación.

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