Este artículo se publicó hace 15 años.
Pep, 102 años, dice que hay que pasar la vida alegre, los que tienen pena se van antes
Pep Mascaró ha encontrado la fama a punto de cumplir 102 años y está feliz. No tiene televisión, pero varios millones de personas han visto su cara a través de la pequeña pantalla en el último anuncio de Coca-Cola, que muestra a un centenario dando consejos sobre la vida a un recién nacido.
Vive en un pueblo de Mallorca, Vilafranca, donde le conocen como "El Abuelo", y reparte su sonrisa a diestro y siniestro. Es precisamente eso, la sonrisa, lo que le ha permitido vivir tanto tiempo, según asegura en una entrevista con Efe.
"Hacer las cosas bien, no hacer daño al cuerpo y pasar la vida alegre", resume Pep lo que para él es el secreto de la longevidad. "Los que tienen pena se van más pronto", asegura.
Y del dicho al hecho, en su caso hay un camino muy corto, porque Pep sonríe, se carcajea, mira atrás sin pesar y agradece sin parar la atención recibida sentado en el bar de uno de sus seis hijos y rodeado de amigos del pueblo, que le califican como una persona que "siempre ha hecho favores".
El anuncio que ha hecho furor en televisión y ha sembrado internet de clubes de admiradores ha dado también vida a la ya vital existencia de Pep: "Casi no puedo dormir de lo contento que estoy", asegura este abuelo de 18 nietos y bisabuelo de 29 vástagos (el número treinta llegará pronto).
Todos los cambios que han acontecido en el mundo desde 1907 no han hecho mella, sin embargo, en la existencia de Pep, que se dice poco amigo de "las cosas de máquinas" y mucho del campo, a lo que se ha dedicado profesionalmente hasta los 90 años y que aún hoy le quita parte del día.
Se le ilumina la cara cuando habla de su familia, de sus paseos en bicicleta (estos últimos días no ha podido montar por un problema de riñón), de los ajos que ha sembrado -"saben mejor que los que venden"- y de la fama que ha alcanzado con el anuncio.
Y es que desde que el día 26 de febrero que se empezó a emitir, en todos los pueblos de su alrededor hablan de "El Abuelo", se hacen fotos con él, siempre dispuesto, y le recuerdan a su hijo cómo se les saltan las lágrimas al verlo en televisión.
Aunque ellos no son los únicos que han llorado con las palabras de Pep. Su hijo, también Josep, narra cómo durante el rodaje del anuncio, en el momento en que se produjo el encuentro entre anciano y bebé, los propios cámaras tenían los ojos húmedos de emoción.
"Dice que tendría que ser él quien debería pagar por el anuncio", cuenta su hijo, que recuerda cómo no todo han sido alegrías en la vida de su padre, quien se quedó viudo a los 57 años.
Sin embargo, a Pep, que hizo la mili en África y se puso firme ante Franco, el positivismo no se lo han arrancado ni el servicio militar, ni la Guerra Civil, ni la muerte, tras veinte años de relación, de su novia dos días antes de que él cumpliera los cien.
En ese entierro, la víspera de su cumpleaños, su hijo recuerda que Pep aplicó a rajatabla su filosofía de vida y espetó: "Hoy ha sido un día de llorar, pero mañana tiene que ser de fiesta".
Con ese buen humor, Pep camina a paso rápido y apoyado en su bastón por las calles de Vilafranca, donde labra la tierra, hace gimnasia con los mayores del pueblo y se toma su vasito de vino diario, acompañado de pescado y verdura, lo que más le gusta (sin olvidar el dulce). Eso sí, no fuma, y se enorgullece de que sus nietos tampoco.
El anuncio se emitirá hasta finales de marzo en España, Italia, México y Portugal, y ha conseguido, asegura, convertir a este hombre sencillo -que se despide con un besamanos y emprende luego su camino por la acera a pasos cortos, rápidos y seguros- en "el más feliz de Mallorca".
María Traspaderne
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