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Perder la cabeza por una rubia

El turco-alemán Fatih Akin se pasa a la comedia con Soul Kitchen

CARLOS PRIETO

'Es una rubia que no te puedes perder'. No, no es lo que le dijeron a Travolta antes de citarse con Uma Thurman en Pulp Fiction. La cita, filtrada ayer en La Repubblica, no es de Tarantino, sino de Tarantini, el proveedor de churris de Berlusconi.

Y de lo que se trata ahora es de comprobar si el líder máximo se va arrepentir toda su vida de haberla conocido, dilema que también atenaza a los protagonistas de Soul Kitchen y La doppia ora, las dos películas presentadas ayer en la sección oficial de la Mostra.

'Era reacio a hacer una comedia por la presión del éxito, que me empujaba al drama, pero me di cuenta de que las risas también son parte de la vida', explicó ayer el melodramático director alemán Fatih Akin. Soul Kitchen cuenta las desventuras de un inmigrante griego que intenta traspasar su restaurante por la vía rápida para reunirse con su novia rubia en China. Pero claro, con las prisas le ocurren todo tipo de desgracias cómicas: le sale una hernia, su hermano le arruina jugando a las cartas...

Akin vuelve a demostrar que es más de brochazo que de pincelada: resuelve los gags en plan tosco (las situaciones son más cómicas sobre el papel que en pantalla), pero a veces atina: la visita del herniado a un osteópata turco que cura dolores irresolubles de espalda con un solo golpe... de potro medieval. Y mientras el turco sacude al griego... la rubia hace manitas con un chino.

Pero peor es lo del segurata de la italiana La doppia ora: puede que sólo sea una pieza más en los planes maquiavélicos de su rubia. Un drama, sí, aunque cuando se levantó el telón parecía una ópera bufa: fue salir el logo de Mediaset (¿les suena?) y escucharse carcajadas entre la prensa acreditada.

Fue salir el logo de Mediaset en La doppia ora y hubo carcajadas

El cachondeito se acabó con el primero de los tropecientos giros de la trama. Unos cacos atracan el palacete vigilado por el segurata y se lo cargan. O no. A partir de ahí no está claro si lo que vemos es la realidad o una alucinación de la dama. ¿Quién esta tomándonos el pelo? ¿La rubia? ¿El madero? ¿Berlusconi? La respuesta correcta es Giuseppe Capotondi: el cineasta despliega tantas triquiñuelas narrativas que parece el presidente de Trileros Anónimos.

El filme no llega a interesar tanto como ver a diario en la tele al nuevo Benny Hill (el tío Silvio), pero entretiene y no provoca sarpullidos. Toda una proeza si tenemos en cuenta que era una cinta italiana.

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