Este artículo se publicó hace 12 años.
Un periódico necesario
Cuando la prensa de un país tiende a la uniformidad o a la tibieza ideológica, algo falla en el funcionamiento de la vida democrática de ese país. Se trata de un evidente defecto de intercambio comunicativo que tiene mucho que ver con una sociedad defectuosa. Por eso siempre he pensado en la oportunidad justiciera de Público, en su ineludible papel dentro de un equilibrado balance de la historia nuestra de cada día. Sus esfuerzos para ofrecer una información puntualmente basada en la independencia y la veracidad han convertido al periódico en la más idónea tribuna española de lo que se entiende por pensamiento crítico.
La necesidad de disponer de un diario como Público cuenta pues con una más que sobrada justificación. Sin su presencia, ese copiosísimo repertorio de informaciones que recibimos de continuo estaría además truncado y ocuparía todo el espacio de nuestra capacidad electiva. No se concibe un modelo periodístico realmente equitativo sin la existencia de esos contrapesos en la balanza democrática. Público cumple en este sentido la impagable función de facilitar todos aquellos datos que permiten cotejar una versión de los hechos distinta a la difundida en otros medios. Abogar por su pervivencia viene a ser como reforzar los puntales de la libertad.
* J. M. Caballero Bonald es poeta
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