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"El periodismo que sobrevivirá será el que haga pensar a la gente"

Defiende la importancia de la ética profesional frente a las nuevas tecnologías

ANTONIO G. GIL-GARCÍA

Al maestro de periodistas Javier Darío Restrepo (Jericó, Colombia, 1932) no se le nubla la vista con las nuevas tecnologías. Este profesor de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que ofreció ayer una charla en la Asociación de la Prensa de Madrid aprovechando su presencia en España invitado por la Federación de Asociaciones de Periodistas (FAPE), cree la ética es hoy uno de los desafíos más importantes para los periodistas.

¿Cuáles son los principales retos del periodismo actual?

Frente a la tecnología o el autoritarismo de los gobiernos, hay un reto inicial: distinguir qué es ética y qué es ley. La ley nos la imponen desde fuera, mientras que la ética se la impone uno mismo desde dentro. La ética la tomas o la dejas; en el primer caso cambia completamente tu vida, pero si la dejas de lado, llevas una vida vulgar, sin ideales ni superación personal. También está el reto de la identidad profesional; muchos no tienen claro por qué carajo son periodistas, lo que es muy preocupante; es desalentador pensar que se ejerce la profesión para cobrar a fin de mes. El tercer reto es el de hacer un periodismo humano y humanizante.

¿La falta de regulación del periodismo dificulta mantener la ética?

La ética no se impone desde fuera, debe ser producto del convencimiento de cada persona. Pero hay un arma, la universidad, que debe crear la inquietud de hacer un periodismo dignificante. Si la universidad sólo enseña unas técnicas, el periodista sale sin armas para enfrentarse a un oficio que, para ser digno, supone una gran reserva interior.

¿El periodista profesional desaparecerá víctima de la revolución digital?

Internet ha sido muy importante para que el periodista caiga en la cuenta de su importancia. Cualquiera puede hacer una foto con un móvil, o escribir un blog. Ahí el periodista puede ser perfectamente reemplazado, pero no cuando explica y analiza lo que sucede. Lo que pasa es que la gran tentación del periodista ha sido dirigirse sólo a los sentidos de la gente, a que vea y oiga, y pocas veces anima a pensar, y ese es el papel en el que es irremplazable. El periodismo que sobrevivirá será el que haga pensar a la gente.

Pero la información de calidad cuesta dinero, y en internet es gratis. ¿No corre peligro?

Internet da información, pero no conocimiento. Hacen falta una serie de elementos como el contexto, fuentes especializadas, etcétera, para conseguir que la información, que es como carne cruda, se convierte en un plato suculento al convertirse en conocimiento. No podemos limitarnos a darle a la gente carne cruda.

¿Qué opina de que los periodistas sean cada vez más partidistas?

La polarización es resultado de una deficiente formación intelectual del periodista, la que te dice que dudas, luego existes. No puedes aceptar como la última palabra lo que diga una sola fuente. La información de uno solo de los lados, ya se llame partido, equipo de fútbol o religión, se convierte en propaganda. El buen periodista debe estar siempre contrastando y siempre dudando.

¿El informador debe ser siempre incómodo?

Sí, la relación del periodista con el poder es siempre incómoda, de pareja mal avenida. El poder se siente molesto con su presencia porque lo pone todo en tela de juicio. Por eso un periodista debe dudar siempre del poder. Si uno está muy cerca, existe el peligro de caer en sus seducciones, que son muy grandes. La más vulgar es el dinero, pero también tiene títulos, facilidades, lo que quieras. La ciudadanía no siempre tiene armas suficientes para poner al poder en tela de juicio, y la defensa de la ciudadanía frente al poder es su capacidad de crítica, que es la que estimula la prensa.

¿Hay que rebelarse frente a las comparecencias sin admitir preguntas?

Cuando eso ocurre se pone a prueba la multiplicidad de fuentes del informador, que debe pensar: 'Si esta fuente no quiere hablar, hay muchas otras'. Al final eso se convierte en un problema para el propio personaje que no quiere hablar, no para el periodista. Generalmente los silencios encubren algo, no son gratuitos.

Muchos periodistas mueren por hacer su trabajo. ¿Es un problema sin solución?

En Colombia descubrimos que hay una versión contraria a la que difundimos por solidaridad gremial: el periodista muerto no siempre es un héroe. Muchas veces son imprudentes, gente que hizo afirmaciones irresponsables y cuya muerte no tuvo beneficio social alguno, aunque hay desde luego hombres que se constituyen en verdaderos paradigmas. La pregunta del millón es si el periodista debe desafiar a los que le quieren disparar. No hay ninguna ética que obligue a no tener miedo o a desafiar a la muerte por cumplir con el deber, porque esa una decisión personal.

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