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Perrault hace pública la ciudad

ANDRÉS PÉREZ

Los muros semitransparentes, los espacios vacíos diseñados por aristas, las mallas como material de construcción y los edificios incrustados en el suelo. Todo el universo vertiginoso y secreto del arquitecto francés Dominique Perrault (Auvernia, 1953), uno de los más importantes urbanistas contemporáneos, ocupa a partir de ayer en forma de maquetas, bocetos, materiales y vídeos la Galería Sur del Centro Pompidou de París.


Para la exposición, abierta hasta septiembre próximo, el polémico diseñador de espacios y apóstol de la no-arquitectura ha optado por la radicalidad. En lugar de encerrar sus maquetas y los objetos expuestos para confinar su trabajo en una muestra, ha colocado el material pegado a los muros de cristal de la sala, a altura de las aceras de París.


Paredes que no encierran
“Para la exposición, hemos escogido una moqueta del color de la acera. Tiene usted todas esas paredes de cristal, a la altura del suelo... La acera entra de alguna manera en la exposición. La gente anda fuera, otra gente anda dentro, hay mesas pegadas a la pared de vidrio y en ciertos momentos no se sabe si tal o tal maqueta está dentro de la exposición o directamente en la ciudad”, explica el arquitecto, autor de la Biblioteca Nacional del este de París, en los años noventa, o del Centro Internacional de Tenis y de la Pasarela del Manzanares, en construcción en Madrid.


Perrault recibió a Público ayer en su nuevo estudio de trabajo, situado en el este de París, y confirmó que le han ofrecido reestructurar la plaza de la Biblioteca Nacional pero él aceptará en función del pliego de condiciones, según nos dijo. Llegamos para una conversación plácida y sin neurosis en torno a esta exposición concebida como una foto fija de un trabajo que ha marcado la arquitectura contemporánea desde 1990, y que promete más
revoluciones.


El problema que preocupa a Perrault es la articulación del edificio con su espacio urbano, una interacción que él ve como física. “El problema arquitectónico no se sitúa a escala del ser humano. El problema es la relación que hay entre la arquitectura que el hombre construye y la ciudad que el hombre imagina”, explica Perrault.“Los edificios pertenecen al bien público, de la misma forma que la ciudad pertenece al bien público. Yo, en ese marco, quiero ir un poco más lejos. Lo que quiero es que el espacio público penetre, que atraviese los edificios, que sean como una calle interior”, detalla Perrault. A veces, el arquitecto galo lanza aristas hacia el cielo, como en el Hotel Sky Habitat de Barcelona. A veces, como en el Velódromo Piscina de Berlín, Perrault entierra todo, pegado al suelo. Siempre con el objetivo de domar y humanizar el muro. “La cuestión del muro es central en arquitectura. La manera de ponerlo en escena puede crear condiciones de encierro o sensaciones de apertura, en términos de emoción”.

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