Este artículo se publicó hace 15 años.
Poesía callejera con pegada, un respiro a la rutina en el centro de Sevilla
"Empapelamos de forma furtiva. La calle como escenario. Poesía e imagen como regalo al transeúnte, como un artefacto más dentro de la vida cotidiana, un respiro para pararse a pensar, una invitación a la creación y a la participación".
Nadie mejor que ellos mismos, cuatro jóvenes que componen el colectivo Aina Libe -un amor, en alemán-, para explicar su curiosa y humilde iniciativa: empapelar las fachadas de locales comerciales vacíos que se ubican en el centro de Sevilla con poemas y fotografías.
Sin grandes pretensiones, esta "ONG sentimental, circular y retroactiva" lleva cerca de un año intentando humanizar la gran ciudad con pegadas callejeras de versos y relatos literarios que ellos mismos componen y que regalan a todo aquel transeúnte que decide detenerse por un instante para leer algunas de las reflexiones que dejan impresas en las fachadas.
Felipe Bollaín, Javier Mariscal, Miguel Ruiz y Nieves Peña, jóvenes poetas sevillanos, hacen acopio -más o menos cada dos semanas- de papeles, fotografías y cinta adhesiva para realizar pegadas poéticas en las que además participan amigos y conocidos y que, si el dueño del local vacío y los peatones respetan, pueden llegar a durar varios días.
"La iniciativa surgió de forma natural y fluida. De la necesidad de compartir poesía para que no esté guardada en un cajón", explica a Efe Bollaín, quien considera, al igual que sus compañeros, que la ciudad es el escenario "más adecuado" para mostrar sus creaciones, ya que su pretensión es provocar algún tipo de reacción en el transeúnte, desde la admiración a, por qué no, el enfado.
"Una vez recibimos un correo electrónico de una chica en el que explicaba que al volver a casa en un estado de tristeza tras discutir con su novio se encontró una de nuestras pegadas. Se acercó, se interesó y volvió a casa con una sonrisa", relata Bollaín, quien cree que reacciones de este tipo justifican su trabajo.
El motivo de elegir locales comerciales vacíos no tiene una trascendencia mayor que la facilidad que supone fijar los poemas en los cristales, aunque este colectivo ya ha realizado otro tipo de expresiones artísticas, como arrojar desde la Giralda de Sevilla decenas de poemas o instalar tendederos de poemas con cordeles y pinzas en el puente de Triana.
Además, aprovechan sus viajes a otra ciudades para dejar huella de su arte con más pegadas, como las realizadas en Roma, Londres, Cádiz o Vigo.
La participación de los transeúntes es fundamental para Aina Libe, que pegando también folios en blanco y dejando un lápiz incita a cualquiera que se encuentre con una de sus pegadas a dejar escrito sus impresiones, además de contar con un blog en internet.
"Queremos, además de mostrar nuestro arte, que la gente exprese lo que piensa para que el arte fluya entre nosotros y la ciudad", indica Nieves Peña, quien cree que el disfrute que experimenta el colectivo cuando expone su obra de esta particular manera es el mismo que sienten los transeúntes cuando se la encuentran.
De hecho, estos jóvenes poetas sienten gratitud cuando descubren que algunos de sus poemas han sido arrancados cuidadosamente por algún ciudadano que ha querido llevarse a su casa parte de este arte callejero.
Poemas de amor y desamor, juegos de palabras, más significante que significado... versos que seguirán pegándose por las calles hasta que, a lo peor, alguien coloque un cartel que diga: "prohibido fijar poemas".
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