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El poeta hispano-mexicano Tomás Segovia dice que con el exilio le hicieron "un favor"

EFE

El poeta hispano-mexicano Tomás Segovia afirma en una entrevista con Efe que personalmente no tiene "nada que reivindicar" de su exilio de España con solo nueve años, sino que, por el contrario, le hicieron "un favor" ya que se educó en países "libres y democráticos", aprendió idiomas y viajó.

Poeta, dramaturgo, novelista y traductor, Segovia, de 82 años y nacido en Valencia (este), ha pasado la mayor parte de su vida en México, donde llegó tras viajar a Francia y Marruecos después de abandonar España a causa de la Guerra Civil (1936-1939).

Prefiere que le llamen desarraigado que exiliado. "Los exiliados propiamente dichos son la generación de mis padres. Alguien a quien cogen de la mano y se lo llevan es más bien un desarraigado", afirma.

Dice que no tiene "nada que reivindicar". "A mi personalmente me hicieron un favor. Me eduqué en países libres y democráticos, viajé, aprendí lenguas", afirma, y añade: "No me hicieron una injusticia, pero sí fue una injusticia histórica, que es mucho más grave".

"Yo no tengo nada que reclamar personalmente. Tengo que reclamar a la historia. La historia fue injusta con la guerra de España", afirma el autor de poemas como "Anagnórisis" (1967).

Cuando se cumplen setenta años del exilio español (1939-2009), Segovia recuerda cómo fue su salida de España con sus hermanos y su llegada a París en 1937.

Fue a una colonia organizada por la República, que había sido hospital español y en la que vivían "ilegalmente" 300 niños, ya que en dos ocasiones un juez francés dictaminó que el edificio pertenecía a los monjes claretianos y no al Gobierno español.

El exilio propiamente dicho lo pasó en el sur de Francia y de ahí consiguió llegar a Casablanca, donde se reunió con su padre.

Más de un año después salieron de Marruecos hacia Nueva York y allí pasaron unos días en la cárcel de inmigrantes de Ellis Island hasta que un tío suyo consiguió arreglar los papeles.

Permanecieron unos días más voluntariamente. "Nos quedamos en la cárcel encantados de la vida" esperando el barco para viajar a México, recuerda con una gran sonrisa.

A Tomás Segovia no se le olvida su llegada en 1940 al puerto de Veracruz. "¡Para nosotros todo era diferente!", exclama.

"El mundo del exilio en México al principio era un gueto. Todos esperábamos que una vez terminada la guerra mundial, Franco iba a caer e íbamos a volver a España", afirma.

Asegura que había una "enorme solidaridad" entre los exiliados. "Era eso que se produce entre los derrotados. Yo siempre he pensado que he tenido la suerte de ser un derrotado, es un destino maravilloso", señala Segovia.

Vivía rodeado de españoles y prácticamente todos sus profesores eran españoles. "La integración en México fue muy lenta", dice.

Pese a que ha pasado la mayor parte de su vida en México, apenas tiene acento mexicano. "Era un poco una lealtad", matiza.

Distinguido con varios premios, entre ellos el Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el 2000 y el de Poesía Federico García Lorca Ciudad de Granada 2008, Segovia también habla de la memoria histórica y opina que España "no ha hecho sus deberes" a la hora de reconocer el exilio como un hecho social.

A su juicio, el problema es la educación. "España es un país que tiene la proporción de educación privada más alta. Así nunca se va a recuperar la memoria histórica", lamenta.

Cree que tiene que haber un Gobierno democrático laico "de verdad" y rechaza que se "pacte" con los obispos.

"Los obispos son igualitos que los ayatolás. Estar pactando con los ayatolás en el siglo XXI me parece increíble", matiza.

Tomás Segovia no puede contestar a la pregunta de si siente que pertenece a España o a México. "Conteste uno lo que conteste queda mal", dice. Por ello, bromea, siempre responde que pertenece a Casablanca, donde se enamoró por primera vez a los 12 años.

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