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«Los políticos no tienen ninguna obligación de ser divertidos»

Jordi Évole (Cornellá, 1974) es el Follonero. Solía codirigir el programa Buenafuente hasta esta temporada, en que quiso apostar por Salvados por la campaña, el programa político que estrena mañana por la noche en

JAVIER SALAS

¿Cómo será el programa?

Se dice que una campaña es una representación teatral: pues allí metemos a nuestros actores, les infiltramos en las tripas de la maquinaria electoral. Hemos buscado –y aprovechado– las pequeñas fisuras que hay en esa macroestructura tan estudiada.

¿Las giras de los políticos en campaña son como las de las estrellas de rock?

Son muy peculiares. Es un músico de gira vendiendo sus discos. Los políticos están vendiendo su producto, el programa electoral, para que la gente se lo compre en forma de voto. Y se dejan la piel. Es algo que a nosotros nos beneficia, están más receptivos para hacer humor. El día 10 nos dirán que no si les pedimos lo mismo.

¿Cómo ve que sólo sean simpáticos en campaña?

Los políticos no tienen ninguna obligación de ser divertidos. Su obligación es gobernar y cumplir sus promesas. La simpatía es un plus añadido, lo que llaman carisma.

¿Qué tal se lleva con los políticos?

Tengo muy buena relación con ellos, y creo que ellos también conmigo. Aunque a lo mejor luego se giran y le dicen al de al lado: “Menudo hijo de puta, el Follonero este”. No lo creo, porque son muy amables, quizá porque mantenemos un respeto mutuo. Nunca traspaso la línea del mal gusto. Les trato con irreverencia cuando les busco las cosquillas, a lo que no les tienen acostumbrados sus séquitos, por eso les gusta.

¿Qué es un mitin?

Es un plató de televisión gigantesco. Focos, señal de emisión interna, realizadores del partido que editan sus propios vídeos. Es como un programa de la tele. Está todo preparado para el momento en que las teles conectan. Es muy divertido ver a los políticos haciendo circunloquios sin sentido, hablando sin decir nada, esperando que se encienda el piloto rojo que indica que hay conexión: en ese momento empiezan las promesas.

¿Qué es lo mejor de las campañas?

Los teloneros son la bomba. Saben que no salen nunca en la tele y dicen barbaridades... En Alicante, había uno que gritaba: “Vamos a seguir haciendo más campos de golf”.

Y el público, ¿es de cartón-piedra?

Son como aficiones de fútbol: apoyan a su equipo en el campo, aunque pierda. Me merecen mucho respeto, no son frikis ni jubilados que van a por un bocadillo: yo no he visto un solo bocadillo de esos que dicen que dan. Hay mucha convicción por apoyar al líder. Para los políticos tiene que ser un subidón de autoestima esa pasión del público aplaudiéndoles y apoyándoles. Un abuelo me dijo: “Venir a los mítines me relaja”.

¿Había acudido a algún mitin antes?

Sí, siendo muy pequeño. Era la época en la que Felipe González arrasaba. No había la parafernalia actual, se subían a un escenario como el de las orquestas de los pueblos y lanzaban su discurso. Debía ser el 86, y para un niño eso fue impresionante, me quedé flipando. A la salida regalaban posters de Felipe y había quien los tenía como un tesoro, como mi vecina, que lo colgó en la pared como si fuera la foto de su hijo. Sin embargo, otra lo usaba para secar el suelo después de fregar. No entendía nada.

¿Prefiere ser ‘Follonero’ en el plató o en la calle en plan reportero?

Fuera es más complicado que cuando juegas en casa, en el plató; me siento más cohibido por el entorno. Me da fuerzas ver que la gente me reconoce y se queda mirando: “A ver qué lías”. Noto que la gente se lo pasa bien, le gusta que vaya al mitin de su partido y monte algo. Me gusta colaborar con los mitineros.

¿Por ejemplo?

He conseguido un reto, subirme al atril tanto en un mitin del PP como en uno del PSOE, soltar el mismo discurso y conseguir que me ovacionen por igual: “¡Por una España más justa, más libre!”, y me aplauden todos. También hemos ido a un acto del PSOE con un micro de la Cope y a uno del PP con uno de la Ser. Y sí, pasa exactamente lo que te esperas que pase.

Cada vez hay más ‘reporteros-folloneros’ que siguen a los políticos.

Creo que responde a una frivolización de la política y ciertos campos del periodismo. Del programa Tengo una pregunta para usted nos quedamos con el café por 80 céntimos de Zapatero, el “cobro más que usted” de Rajoy y el “yo me llamo Josep Lluis” de Carod. Eso refleja muy a las claras que estamos cansados del mensaje convencional de los políticos. Gabilondo entrevista al presidente y trasciende si se ha fumado un porro o no. Gana la anécdota. Se montó esa polémica por el off the record posterior porque, acostumbrados a lo que estamos, era lo único que tenía algo de verdad.

¿A quién votarás?

Les he dicho a Zapatero y a Rajoy que ganará mi voto el primero de los dos que nombre a determinada persona en su debate del día 25.

 

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