Público
Público

Preocupación por civiles afganos ralentiza el avance de la OTAN

Reuters

Siempre que los talibanes de Afganistán incrementan su enfrentamiento con los marines de EEUU, las tropas tienen que pensarse dos veces si toman represalias o lanzan ataques aéreos con el fin de evitar víctimas civiles.

Esa precaución está guiando a la OTAN y la ofensiva militar afgana diseñada para romper el dominio de los talibanes en su último gran bastión, en la provincia de Helmand, sin perjudicar a la población local.

Pero mientras la estrategia puede aumentar las probabilidades de las autoridades locales de ganarse la confianza de los afganos en su intento demarcar su autoridad, también puede retrasar el final de la ofensiva al distrito de Marjah y poner en peligro a las fuerzas de la OTAN.

"La clave de todo esto es conseguir que la población esté de nuestro lado. Hacerles entender que es un lugar seguro. Si conseguimos que la gente se sienta segura, los talibanes terminarán siendo irrelevantes", dijo el capitán de los marines Ryan Sparks.

"Es frustrante pero es la forma adecuada de hacer porque así se protege al pueblo".

Las fuerzas de la OTAN están tomando medidas preventivas, incluido el envío de aviones A-10 para matar a los combatientes talibanes que plantan explosivos en los caminos. Los A-10 están diseñados para ofrecer un apoyo aéreo cercano a las fuerzas de tierra, lo que significa que pueden alcanzar objetivos sin necesidad de una gran artillería.

Los talibanes, mientras tanto, están inmersos en una lucha a muerte, dijo el Pentágono, incrementando las posibilidades de enfrentamientos más cruentos que podrían poner en peligro a los civiles.

Sólo el jueves murieron cuatro soldados de la OTAN, elevando a nueve el número de bajas de la Alianza desde el inicio de la ofensiva el sábado y subrayando la amenaza de las bombas escondidas y los francotiradores.

Las tropas afganas y de la OTAN se han encontrado con una intensa resistencia en Marjah y pueden necesitar otro mes para asegurar completamente la zona, dijo un comandante de la Alianza el jueves.

El septuagenario Abdelkareem es un ejemplo de por qué los marines no se pueden permitir el lujo de acelerar sus operaciones, si quieren evitar las batallas intensas, especialmente desde que la OTAN dijo a los residentes de Marjah que se quedaran en casa.

Con lágrimas en los ojos, levantó el borde de una sábana azul del cadáver de su hijo, enseñando el cuerpo sin vida de su bebé de tres semanas. Un mortero alcanzó la casa en la que se alojaban él y su familia.

No está claro quién lanzó el mortero, si los marines o los talibanes, pero los marines le ofrecieron una compensación.

"Nos duele a todos saber por lo que está pasando con la pérdida que acaba de sufrir", dijo un sargento de los marines mientras le entregaba una indemnización.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias