Este artículo se publicó hace 15 años.
El presidente checo demanda una excepción a Lisboa
El presidente checo, Václav Klaus, concretó el viernes sus condiciones para firmar el Tratado de Lisboa de la Unión Europea, pidiendo una excepción que proteja al país de reclamaciones sobre propiedades de la posguerra y salvaguardar la soberanía de su sistema judicial.
Sus demandas complican aún más los esfuerzos de la UE de aplicar una reforma que le dé al grupo más presencia internacional, aunque Klaus será el único líder europeo que no ha ratificado el tratado una vez el presidente polaco firme el sábado.
El mandatario checo dijo que su Gobierno debe seguir el ejemplo de Reino Unido y Polonia, que lograron cláusulas de excepción en la aplicación de algunas de las provisiones de una Carta de Derechos Fundamentales que tendrá poder vinculante una vez se ratifique el Tratado de Lisboa.
"Antes de la ratificación, la República Checa debe, al menos, negociar una excepción similar", dijo el presidente a los periodistas. "Creo que esta excepción puede resolverse rápidamente".
Klaus señaló que el tratado creará un superestado europeo que le da demasiado poder a Bruselas, y se ha negado a firmarlo a pesar de que el Parlamento checo ya lo ha aprobado.
El mandatario ha estado resistiéndose al resto de la Unión, así como a la mayoría de los partidos de su país, aislando a un país que ya había perdido credibilidad cuando su Gobierno colapsó en marzo mientras presidía la Unión Europea.
Otro gran obstáculo al tratado, que crearía una presidencia a largo plazo de la UE, un jefe diplomático con más competencias y un proceso de toma de decisiones más rápido, se eliminó el pasado viernes cuando los votantes irlandeses apoyaron el texto en un referéndum.
En la República Checa, la política de exteriores corre a cargo del gobierno, que tendría que negociar sus demandas.
El primer ministro, Jan Fischer, ha dicho que su gabinete discutirá el tema el lunes, pero que creía que la ratificación se completaría para finales de año. Análisis anteriores, añadió, han concluido que los temores de reclamaciones de propiedad carecen de base.
LA CARTA DE ALEMANIA VUELVE A JUGARSE
Klaus indicó que temía que, sin una excepción, demandas sobre propiedades, confiscadas a unos tres millones de alemanes expulsados de Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial, pudieran esquivar el sistema judicial checo bajo el Tratado de Lisboa y llegar directamente al máximo tribunal europeo.
El miedo a las reclamaciones territoriales fue un factor en la política checa de los 90, tras el fin del comunismo pero los tribunales checos han rechazado demandas presentadas por algunos de los expulsados.
Alemania es el mercado clave de los checos y su principal fuente de inversión extranjera, y las relaciones entre los habitantes de ambos países son por lo general cordiales.
El deseo de Polonia de lograr una excepción también comenzó en parte por el miedo a una reclamación territorial alemana, así como a los esfuerzos por proteger sus conservadoras leyes de familia.
Sin embargo, sería difícil que República Checa lograse un protocolo similar con rapidez porque en teoría, esto implicaría renegociar el tratado.
Sería más sencillo aprobar una declaración de los líderes europeos, pero ésta no formaría parte del tratado.
En el caso de Irlanda se siguió un procedimiento similar, para ofrecer garantías a los ciudadanos sobre la neutralidad, sus impuestos y el aborto para convencerles de que respaldaran el documento.
Pero hay poca voluntad de complacer a Klaus.
"Si yo fuera los estados miembros de la UE, en realidad no me hubiera importado darle a Klaus lo que quiere. No ha expresado más que hostilidad hacia esto y de pronto dice que lo hará 'si (logra la excepción)'", comentó Hugo Brady, del Centro para Estudios de Política Europea.
El ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner, ha descartado que se haga ningún cambio en el tratado para complacer a Klaus.
Por su parte, los ciudadanos checos han sido en gran parte indiferentes al tratado y el revuelo en torno a la ratificación, aunque muchos querrían terminar con el asunto.
"Creo que Klaus ya no tiene la posibilidad de darle la vuelta a nada", comentó David Suchanek, un ingeniero de construcción de 24 años.
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