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La primera derrota de la lideresa

Aguirre se rinde ante la evidencia de que no contaba con apoyos suficientes para colocar a González en Caja Madrid

YOLANDA GONZÁLEZ

No suele ser muy habitual en la presidenta de la Comunidad de Madrid, pero Esperanza Aguirre decidió ayer empezar la semana dando su brazo a torcer, que en esta ocasión es sinónimo de perder. Y lo hace en la batalla por la presidencia de Caja Madrid, una en la que han desplegado mucha artillería tanto ella como su círculo de fieles. A primera hora de la mañana, Ignacio González, su mano derecha, expresaba su apoyo 'personal' a Rodrigo Rato como candidato a presidir la entidad financiera. Una forma de descartarse y de borrar de un plumazo uno de los múltiples problemas que acosan a Rajoy.

Horas después, salía Aguirre a defender el gesto de su vicepresidente. A vestirlo de normalidad, pese a que nadie, ni dentro ni fuera del PP, olvida que hasta el pasado viernes la Comunidad parecía dispuesta a echar el resto en su defensa de González mientras exigía que el vicealcalde, Manuel Cobo, fuese castigado por sus críticas en El País. La lideresa, como ella misma se ha definido en alguna ocasión, calificaba ayer la renuncia de su mano derecha como 'un nuevo servicio a los madrileños'. Y 'a los españoles'. Algunos de sus compañeros de partido preferían calificarlo como 'el más sonado de sus fracasos'.

La última derrota a la que se enfrentó Aguirre en el seno de su partido tuvo lugar hace un año y medio. Eran los meses previos a junio de 2008, cuando el PP preparaba su XVI Congreso. Durante varias semanas, la presidenta jugueteó con la posibilidad de presentar una candidatura alternativa a la de Rajoy. No dio el paso, pero al llegar a Valencia se encontró con el castigo. El líder del PP rechazó su petición de incluir a González y a Francisco Granados, secretario general del PP madrileño, en el Comité Ejecutivo Nacional.

En esta ocasión, en el PP creen que Aguirre 'se la ha jugado más'. 'En 2008, no se mojó mucho con lo de querer presidir el PP, parecía sólo un juego. Pero con lo de Caja Madrid, jamás ha ocultado sus cartas', explica un alto dirigente conservador.

En la Comunidad afirman que González seguirá de vicepresidente

Fue ella misma la que no tuvo ningún reparo a la hora de airear en público que su candidato para presidir la cuarta entidad financiera de España era su vicepresidente. 'No lo descarte', espetó el pasado 20 de octubre cuando en rueda de prensa fue cuestionada por la posibilidad de que González sustituyese a Miguel Blesa.

Mientras, su equipo ha actuado como una piña para defender esta candidatura. Hasta tal punto que la semana pasada, mientras Rajoy intentaba llegar a un acuerdo con Aguirre, el propio Granados apostaba por no reducir ni un ápice la tensión. 'Hasta ahora, todas las instituciones habían decidido que se iba a apoyar la candidatura de Ignacio González', aseguraba.

Mientras quienes la rodean insisten en alabar el gesto de Aguirre, porque 'retira a Nacho [González] de esta historia para no lesionar su imagen', sus rivales en el partido hacen otra lectura. 'Se ha dado cuenta de que estaba sola y mejor perder ahora que aplazar la agonía', señala un diputado.

A lo largo de la semana pasada, destacados aguirristas ya habían mostrado a la presidenta su preocupación por el desgaste innecesario al que estaba sometiendo a González. 'Hasta un tonto ve que Rato gana por goleada al vicepresidente', asegura un dirigente conservador.

'Ha sido el más sonado de sus fracasos', cuentan en el partido

Despejada la pelea por Caja Madrid, Aguirre defiende que no tiene urgencia alguna de buscar un nuevo vicepresidente. 'No hay ninguna duda de que continúa en su puesto', aseguran en la Comunidad.

Así, hasta que decida remodelar su gobierno, sus dos principales apoyos serán Granados y González. El primero, tocado por la presunta red de espionaje a cargos del PP; el segundo, por su desgaste en esta última batalla y por los contratos sospechosos firmados bajo su presidencia en el Canal de Isabel II.

En el entorno de González aseguran que esta pelea le ha dejado 'muy tocado'. Primero, porque veía en Caja Madrid una forma de retirarse de la primera línea política, uno de sus deseos, que ahora tendrá que esperar. Y después, porque 'ha hecho todo el trabajo sucio'.

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