Este artículo se publicó hace 11 años.
"En la primera emisión pensamos que se presentaría la Guardia Civil"
Tele K, la televisión comunitaria decana de Madrid, cumple 20 años. Paco Pérez, fundador y director de la cadena, analiza para Público el pasado y el presente del canal de Vallecas.
Alejandro Torrús
“-Marylin, abre un poco más el plano”, señalan desde la mesa de realización. “¿Cuál?”, responde la joven. “El de la cámara 1. Así. Así está bien”. Faltan apenas unos minutos para que arranque Rayo Manía, el espacio deportivo de la cadena comunitaria Tele K. Juan Torres, presentador del programa espera paciente a que den las 20.00 h en punto. A su lado se encuentra como invitada Natalia Pablos, jugadora que ha sentado cátedra en el Rayo femenino y acude al programa antes de marcharse al fútbol inglés. Frente a él tres cámaras, un minúsculo cuarto que hace las veces de montaje y continuidad y una basta pila de cajas de frutas llenas de cintas que constituye la videoteca de Tele K: veinte años de emisiones.
“En la primera emisión, hace ya 20 años, pensamos que se presentaría la Guardia Civil y nos cerraría. Hemos llegado más lejos de lo esperado, sí”, bromea Paco Pérez, director de Tele K y uno de los alrededor de 50 “colegas” vinculados “a los movimientos asociativos de Vallecas” que en mayo de 1993 en la parte de atrás de una tienda de electrodomésticos pusieron en marcha la cadena comunitaria decana de las televisiones de barrio.
La cadena nació en 1993 en la parte de atrás de una tienda de electrodomésticos “Unos amigos, que acaban de cerrar una escuela de cine, nos cedieron los equipos para comenzar a grabar piezas. Luego hicimos una suscripción popular -ahora la llaman crowfunding- con la que conseguimos unas 15.000 pesetas y compramos un emisor muy pequeño, de apenas cinco vatios, con el que llegábamos a unas cuantas manzanas”, recuerda Pérez.
20 años después, Tele K está presente en la Televisión Digital Terrestre y llega a prácticamente todos los televisores de la Comunidad de Madrid. Por el camino, largos años de lucha y programas y momentos para el recuerdo. Desde Nunca seremos la primera a La Tuerka pasando por el programa de Ismael Serrano de difusión de jóvenes cantautores, las colaboraciones de Gran Wyoming, Luis Eduardo Aute o el tertuliano de Sálvame Kiko Hernández.
El salto, no obstante, no ha sido fácil. A finales de 2011 e inicios de 2012 el canal se fue a negro durante tres meses ante la imposibilidad de pagar el emisor y en diciembre de 2011 tuvo que cerrar su escuela audiovisual. Los gastos de emisión consumen actualmente 3.000 de los 4.000 euros mensuales de presupuesto (48.000 anuales) y en 2012 . El dinero llega a las arcas a través de sus alrededor de 120 socios, que pagan una cuota anual de 60 euros, patrocinios de pequeños comercios del barrio, aportaciones individuales sin regularidad y conciertos, como el que celebran este miércoles en la Sala Rock Kitchen (Madrid).
Un panorama de ultraderechaLos problemas económicos no han sido las únicas piedras en el camino de la televisión vallecana sin ánimo de lucro. En el año 2005, el Gobierno de Esperanza Aguirre adjudicó las licencias de televisión digital sin pedir el informe preceptivo al Consejo Audiovisual de la región, tal y como exige la ley. El panorama televisivo adjudicado por Aguirre habla por sí solo. Diez licencias para Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, cinco para la Iglesia católica, cuatro para Jiménez-Losantos, otras tantas para Antena 3, tres para el productor José Frade, dos para el empresario Blas Herrero (Kiss FM), una para El Mundo y otra para Intereconomía.
En 2005 el Gobierno de Aguirre dejó fuera al canal del reparto de frecuencias de la TDT“Para nuestros gobiernos todo es mercado, incluido el espacio radioeléctrico. Prefieren sacar beneficios de las empresas de televisión y de telefonía antes que reservar una cuota a las comunitarias sin ánimo de lucro que dan voz a los vecinos”, señala Pérez, que denuncia que el reglamento que debe establecer las “normas del juego” de los medios comunitarios no fue desarrollado por el gobierno socialista tras aprobar la Ley General Audiovisual en 2010. “Más que desgana institucional, yo lo llamaría desidia. No les importamos”, denuncia Pérez.
La adjudicación de Aguirre, no obstante, fue revocada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y Tele K consiguió la licencia gracias a una enmienda introducida por el Senado en 2007 que reconocía a 20 emisoras locales de proximidad, entre ellas Tele K, la posibilidad de obtener licencias locales para la TDT, al margen del concurso de la Comunidad Autónoma, dentro del marco de la Ley de Impulso a la Sociedad de la Información. Cinco años después, en 2012 Aguirre amenazó a la comunidad de propietarios del Edificio Torre de Valencia, desde donde se emitía Tele K, con una multa de 30.000 euros diarios si no desalojaba a la cadena comunitaria.
“El panorama televisivo dibujado por el Partido Popular de Madrid convirtió a la Comunidad en un reducto de la derecha y la extrema derecha. Eso nos ha obligado a ampliar horizontes y tratar temas de un ámbito más amplio con el objetivo de servir de equilibrio ideológico y canalizar la voz de los movimientos sociales y mareas que inundan las calles contra la austeridad impuesta”, sentencia Pérez.
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