Este artículo se publicó hace 13 años.
El príncipe heredero de Baréin, furioso por la intervención saudí
El príncipe heredero de Baréin está "furioso" por la intervención de tropas saudíes y por haber sido dejado de lado por el poderoso primer ministro del país, informa hoy el diario The Times.
Según el diario británico, que cita fuentes del reino, el príncipe Salman bin Hamad, con fama de liberal, se vio sorprendido por la llegada de más de mil soldados saudíes y de los Emiratos Árabes Unidos.
Las tropas fueron solicitadas por el primer ministro Jalifa bin Salman al Jalifa, con fama de halcón, dice el periódico.
Aunque el príncipe heredero es oficialmente comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, su posición ha sido puesta en tela de juicio por la intervención del primer ministro y la llegada de las tropas saudíes, dice el periódico.
La llegada de esos refuerzos militares ha dado también al traste con los recientes esfuerzos del príncipe heredero de dialogar con la oposición chiíta.
El primer ministro, de 75 años, es tío del rey y lleva cuarenta años en el poder.
Opuesto a todo tipo de concesiones a los manifestantes chiítas, el jefe del Gobierno tiene viejos vínculos con la familia real saudí.
Los saudíes le han dicho claramente al rey Hamad, según The Times, que si se le ocurre destituir a su tío, el primer ministro, Arabia Saudí intervendrá militarmente.
La posición de dureza de este último goza del apoyo de sus hijos y de Jalid bin Ahmed, jefe de la corte real, todos los cuales son miembro del consejo de los Jalifa, que mantienen un control absoluto sobre el reino.
Según The Times, los halcones de la familia se oponen al príncipe heredero, de 41 años, que hizo estudios universitarios en Washington y en Cambridge.
El príncipe, con fama de reformista, preside la Junta de Desarrollo Económico de Bahrein y defiende la liberalización económica del país.
Su padre, el rey Hamad, de 61 años, se educó en Gran Bretaña y recibió formación militar en Aldershot (R.Unido) y en el Mando del Ejército de EEUU en Fort Leavenworth.
Al producirse las tensiones con los chiítas en Manama, capital de Bahrein, el rey autorizó a su hijo a dialogar con la oposición, pero este último fue dejado de lado por el primer ministro.
Bahrein, que no tiene ingresos por exportaciones de petróleo, depende enteramente de la buena voluntad saudí y trata de no ofender a su poderoso vecino.
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