Este artículo se publicó hace 15 años.
"Es probable que haga días que Óscar ya no esté"
Rendidos a la tragedia, los testimonios de los amigos del español accidentado desvelan que su fe desesperada en realidad no se sostenía
La batería de llamadas no cesa. Tampoco ayer, un día después de que el Club Peña Guara tomara la decisión más dura en sus 28 años de existencia, poner punto final a más de una semana de angustia, de montaña rusa emotiva. Aún hay muchos medios de comunicación que persiguen los últimos datos. Y ciudadanos que se interesan por la suerte de Óscar Pérez, ya decidida.
También hay otros que cuestionan la determinación tomada el domingo de suspender el plan de rescate y, sin ningún tipo de rubor, proponen soluciones estrafalarias y absurdas. "¿Sabéis qué me ha dicho éste: que por qué no habíamos disparado con cañones a la montaña?", dice José Antonio Cuchi, uno de los muchos miembros de la Peña Guara que no ha parado estos días. Sus compañeros le miran con incredulidad y niegan con la cabeza. "Y otro iluminado, que cómo no habíamos ido con uno de esos aviones que salen en las películas y se pueden parar en cualquier lugar", prosigue Cuchi, geólogo y profesor en la Universidadde Zaragoza.
Nadie está preparado para vivir nueve días de angustia a 6.000 kilómetrosCecilia Buil no piensa en las llamadas. Tiene la cara triste, pero está entera. Lleva casi diez días así. Pasándose por el local de su club. Convive con el riesgo que implica aventurarse en la alta montaña. Sabe lo que es jugársela en cada centímetro de roca, pero ni ella ni nadie está preparado para vivir nueve días de angustia a 6.000 kilómetros de distancia.
Son los coletazos a nueve días de desesperada lucha contra reloj; la que han mantenido desde que el pasado 8 de agosto, sobre las cuatro de la tarde, alguien del club descolgó el teléfono y escuchó: "Óscar ha tenido un accidente. Se ha roto una mano y una pierna. Lo he tenido que dejar solo en el Latok II, a más de 6.000 metros. Necesito ayuda". Habla Álvaro Novellón, el compañero de cordada de Óscar Pérez. Tras toda una noche y unas cuantas horas más suspendido del otro lado de la cuerda que sujeta a Óscar, ha logrado liberarse y descender al campo base en busca de ayuda. La bomba estalla en la Peña Guara y la reacción es inmediata. "Sólo preguntamos los datos básicos para tratar de ubicar a Óscar. Lo demás no importaba. Sabíamos que iniciábamos una lucha contra los minutos y los segundos, pero hemos perdido", cuenta Alfonso Uriel, contacto con la prensa desde el primer día. Los miembros de la peña se reúnen para decidir qué hacer. Óscar lleva así ya dos días.
"Batalla contra un gigante"Algunos vecinos llegaron a proponer disparar con cañones a la montañaManuel Bara, presidente del club, curtido en estas batallas "otra más; ya tenemos experiencia, aunque no querríamos tener mucha más", contacta con las expediciones que hay por el Karakorum. Sólo una estadounidense, que está por el K2, puede aportar dos efectivos. Entonces recuerda que Sebastián Álvaro, el creador de Al filo de lo imposible, tiene una fundación-refugio por la zona. Lo llama. "Y, desde entonces, Sebastián se convierte en nuestros ojos y nuestras manos en Pakistán, en alguien fundamental. Nunca se lo agradeceremos lo suficiente", asegura Uriel. Porque Álvaro abandona sus vacaciones y su familia y se empeña en "librar una batalla contra un gigante, algo casi imposible".
El día 10 resulta "frustrante". "Desde Pakistán nos habían dicho que irían con un helicóptero. Álvaro Novellón, [compañero del alpinista herido cuando sufrieron el accidente], los esperaba en el campamento base para que le acercaran a la pared donde estaba Óscar. Pero los ve pasar sin pararse", relata Uriel. Desesperado, Álvaro le cuenta lo sucedido a Bara. "Un día perdido". Los pakistaníes pasan la factura de los helicópteros y la embajada entra en acción de nuevo.
"Hoy sí que hemos podido dejar en el campo base al alpinista americano Fabrizio. La cosa pinta mal. Desde el helicóptero no han podido comprobar si Óscar sigue vivo ni dejar a los rescatadores en un collado, a unos 6.000 metros. No sabemos si merece la pena hacer el esfuerzo, pero hay que intentarlo", dice Álvaro al día siguiente. En la Peña Guara empiezan a ver la luz "porque, al menos, los helicópteros vuelan".
"No sé si merece la pena, pero hay que intentarlo", dijo Sebastián ÁlvaroPero el día 12 vuelve a ser "desesperante". Las cosas van más lentas de lo previsto y Álvaro pide a la Peña Guara que movilicen a las autoridades. Entran en acción el presidente de Aragón, el alcalde de Huesca y, a través de ellos, se llega hasta el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que comunica directamente con su homólogo pakistaní. La reacción es inmediata: dos helicópteros lanzan 215 kilos de material en el Glaciar del Biafo y traslandan a Novellón y a Fabrizio al campobase sur.
Al día siguiente, la expedición española, "siempre animosa", llega a Rawalpandi. Allí comprueba que la vía de acceso a Óscar es mucho más complicada de lo previsto. "Cuando lo supe", confiesa Bara, "empecé a temerme lo peor". Luego vino lo más duro: abandonar y comunicársela a los padres de Óscar. "Hasta que su madre no habló con Daniel Ascaso, amigo del herido, y éste le dijo que no había nada que hacer, no lo asumieron", desvela Uriel. Ni lo asumirán nunca.
¿Por qué no es posible afrontar el rescate?Metereología. Mal tiempo
La temporada alpinista está en el último tramo, el peor y más temido debido a los constantes cambios de tiempo. La meteorología adversa se ha instalado en el
Latok II y ha frustrado el rescate.
Aislamiento. Área inaccesible
La región montañosa de Karakorum es inhóspita y, a diferencia de los masificados ‘ochomiles’, no está plagada de campos base donde se agolpan alpinistas de todo el mundo
Cansancio y asfixia. Compañeros impotentes
El grupo de rescate estaba formado por alpinistas que llevan varias semanas en el Latok y por los llegados hace días. Los primeros están exhaustos tras días de intenso trabajo; a los segundos nos le dio tiempo a aclimatarse a la altura.
Densidad del aire. Helicópteros en riesgo
A más altura, menor densidad del aire y, en consecuencia, mayores dificultades para que los helicópteros vuelen con estabilidad.
Pilotos en huelga. Zona conflictiva
Pakistán es un país acosado por conflictos armados y terrorismo. Los pilotos autóctonos de helicópteros son más duchos en expediciones bélicas que en rescates de alta montaña. Además, están en huelga.
Fuente: desnivel.com
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