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Dos "proyectos de convivencia"

Gobierno y PP someten a contraste en el Senado sus visiones sobre la 'identidad de España' y sus símbolos

GONZALO LÓPEZ LANDA

El contraste de los 'proyectos de convivencia' que, para los ciudadanos de España y sus territorios, defienden PSOE y PP fueron ayer el objeto del debate de la Nación de bolsillo en que se han convertido los miércoles populares en el Senado, por la duración ilimitada de los turnos de preguntas que en el Congreso están limitados a cinco minutos y por la querencia generalista del portavoz conservador en la Cámara Alta.

Preguntaba ayer Pío García-Escudero, según rezaba en el orden del día, 'sobre la valoración del presidente del Gobierno acerca de la situación actual de su ‘nuevo proyecto para Euskadi y para el conjunto de España', anunciado en febrero de 2005 en el Congreso de los Diputados'. La fecha remite al debate sobre el primer plan Ibarretxe, pero si el cañón era vasco la munición fue catalana.

Cañón vasco, munición catalana
El texto escrito de la pregunta derivó en un cuestionario de ocho interpelaciones premeditadas para el juego del Pasapalabra: '¿Su proyecto de convivencia incluye que se quemen fotos de los reyes ante la pasividad de las Fuerzas de Orden que dependen de un Gobierno presidido por un socialista, el señor Montilla? ¿Incluye que amigos suyos de ERC amenacen de muerte a miembros del PP y de Ciutadans? ¿Incluye que sus socios pidan en esta Cámara que el rey deje de ser el Jefe de las Fuerzas Armadas y que lo sea usted? ¿Incluye que Maragall diga que ha llegado la hora de que la nación catalana reclame su Estado sin que nadie del PSOE le llame la atención? ¿Incluye que el señor Puigcercós, consejero de Gobernación, pueda decir que ‘Cataluña ya no tiene nada que hacer dentro de España', y el presidente Montilla se calle? ¿Incluye que se persiga el uso del castellano en los colegios, en los comercios, en los medios de comunicación públicos, todo ello en comunidades autónomas presididas por socialistas? ¿Es aquél en el que Batasuna es considerada negociadora para la paz o una organización terrorista, según de dónde sople el viento o si hay elecciones en el horizonte? ¿Incluye que alcaldes socialistas no apliquen la Ley de Banderas, incurriendo en prevaricación?'.

Las 'malas compañías'
Tan larga retahíla para concluir que 'nunca, en treinta años de democracia, se había vivido una situación parecida de cuestionamiento de la Monarquía, la bandera y la propia identidad de España'.

Y todo a causa de un presidente del Gobierno que no atendió al consejo que todo hijo ha oído -que no es sinónimo de escuchado- de su padres: 'Evitar las malas compañías'. Léase los nacionalistas, aunque de la literalidad de las palabras de García-Escudero no quedó claro, pues 'los nacionalistas se han radicalizado cada vez más y los socialistas se están comportando como nacionalistas'. La intencionalidad no dejó duda de que sólo los populares quedaban absueltos de desobediencia paterna.

Entre tanta confusión, el portavoz del PP sólo vislumbró una luz en el túnel: 'Convoque las elecciones ya y que los españoles elijan un nuevo Gobierno que sea capaz de enderezar esta situación que usted ha creado'.
Zapatero, que parece gustar de la táctica militar prusiana -aguardar en la distancia el ataque desaforado del enemigo para que llegue agotado al encuentro-, observó la acometida desde una soledad que realzaba el privilegio de su posición, como si hubiera dicho a sus ministros: Dejadme solo. Por casualidad o por instinto de veterano, el vicepresidente Solbes llegó para sentarse a la derecha de 'el jefe' justo en el momento en que García-Escudero atacaba el flanco de la 'insolvencia'.

El presidente del Gobierno respondió con una primera andanada de talante: 'Permítame que use el derecho que tengo a sonreír'. Pero ni así logró provocar a la bancada conservadora, ayer sorprendentemente contenida, fuera porque la última muesca que ETA ha querido poner en su macabra culata vistió el Senado de semiluto o porque los populares guardan todas sus energías para agitar la bandera el día 12.

Receta constitucional y fuego amigo
Entrando en la refriega, Zapatero reivindicó que su 'proyecto de convivencia' no es otro que el que 'se funda en la Constitución de 1978', que definió como 'un pacto que abarca prácticamente al 90% de los españoles', y gracias al cual se han resuelto conflictos que estuvieron 'pendientes' durante la mayor parte de la historia de España. Los ingredientes de esta 'receta', según dijo, son 'buscar el máximo marco de entendimiento y de convivencia, no de confrontación'. Agregó que en la Constitución está 'latente' el reconocimiento de 'la pluralidad ideológica y de identidades propia de toda democracia'.

Desmenuzada la receta, Zapatero probó con un tratamiento de homeopatía, que se sustenta en el principio de que lo mismo que mata puede curar en pequeñas dosis. 'Ustedes gobernaron con el apoyo del PNV y de CiU, y ahora resulta que son malas compañías', dijo a la bancada conservadora, y los conservadores cabeceaban como queriendo decir 'hay que ver, que no era lo mismo'.

Así que probó con aceite de ricino: 'Resulta paradigmático y extraño que traigan con reiteración acciones de grupos violentos y minoritarios que realizan actos ofensivos frente al Jefe del Estado y que digan que eso pone en cuestión la Monarquía, cuando son grupos tan radicalmente minoritarios que nunca van a llegar a esta Cámara'. Pareciéndole poco una cucharada, dobló la ración: 'No es útil ni inteligente dar pábulo a actitudes que no representan nada en la sociedad española'.

Y, a quienes discrepan de su diagnóstico, les recomendó una radiografía de contraste: 'El PSOE tiene una hoja de servicios con España, las libertades, la Constitución, la democracia, la convivencia y los acuerdos que puede que haya otra que se le iguale, pero no hay ninguna otra mejor'.

Para cuando dieron por terminado el combate de ayer habían pasado 25 minutos. Pero aún recibiría Zapatero cobertura de fuego amigo. Francisco Jorquera, del Bloque Nacionalista Gallego, se dio por aludido con lo de 'malas compañías', así que -dijo- 'si somos tan radicales, adviertan al señor Núñez Feijóo (presidente del PP gallego) para que deje de manifestar su disposición a llegar a acuerdos con nosotros'.

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