Este artículo se publicó hace 16 años.
Rafa completa en Barcelona la mitad de su 'Nadal Slam'
Hay deportistas cuyas hazañas obligan a acuñar nuevos términos para poder resumir la grandeza de las mismas. Ocurrió con Tiger Woods, el mejor golfista de todos los tiempos, para describir lo que hizo entre 2000 y 2001: ganar los cuatro 'grandes' (Abierto Británico, Abierto de Estados Unidos, PGA y Masters de Augusta) de forma consecutiva, aunque no en un mismo año. Y sucede ahora con Rafael Nadal, que acaba de completar en Barcelona la mitad del camino hacia su cuarto 'Nadal Slam' seguido.
La empresa, resumida en pocas palabras, parece sencilla, pero es de una dificultad brutal. Cada año, cuando llega la primavera y empieza la temporada de tierra, el español pone la directa y encadena los títulos de Montecarlo, Barcelona, Roma y Roland Garros con una facilidad pasmosa, con una superioridad insultante, sin que ningún rival pueda pararle.
Lo hizo en 2005, en 2006 y en 2007. En este 2008 ya ha recorrido la mitad del camino y nadie duda ya de que completará con éxito la segunda parte del trayecto, por cuarto años consecutivo y sin que nadie, ni siquiera Roger Federer, pueda evitarlo.
Rafael Nadal conquistó ayer su cuarto Godó seguido. Una gesta que nadie jamás ha logrado antes en Barcelona, ni siquiera leyendas vivas del tenis como Emerson, Orantes o Wilander, con tres títulos cada uno.
Su víctima en la final fue otro español, el alicantino David Ferrer, número 5 en el ránking de la ATP, especialista consumado en arcilla, jugador felino, habilidoso, de tenis sólido y rocoso, peligroso donde los haya cuando el partido se juega sobre polvo de ladrillo.
El de Jávea logró arrebatarle un set a Nadal (6-1, 4-6 y 6-1), algo que no había logrado nadie en las pistas del RCT Barcelona desde 2006, cuando el finlandés Jarkko Nieminen le ganó el primero en los cuartos de final del torneo. Aguantó bastante más entero que Potito Starace, Feliciano López, Juan Ignacio Chela y Denis Gremelmayr -los otros rivales del balear en este Godó- pero, como todos ellos, acabó reventando al final.
Porque como Ferrer reconoce, "Rafa está, ahora mismo, a un nivel superior al resto, lo que está haciendo es una barbaridad y estamos, sin duda, ante el mejor jugador español de todos los tiempos".
No es porque lo diga Ferrer, el último jugador español que ha derrotado a Nadal en arcilla (cuartos de final de Stuttgart 2004). Lo dicen sus 25 títulos ATP, entre ellos tres Roland Garros, sus 20 de 21 finales ganas en tierra, sus 103 victorias en los últimos 104 partidos disputados sobre polvo de ladrillo, sus 146 semanas consecutivas como número dos mundial.
El 'rey de la tierra' es, además, el jugador del circuito que más partidos ha ganado esta temporada (32) contando todas las superficies, lo que le acreditan como el mejor tenista del año, por delante del serbio Novak Djokovic.
Rafa Nadal es un jugador completo que aúna talento, velocidad, instinto, corazón y mentalidad ganadora. Un tenista que no se rinde jamás, que pelea todos los puntos, que sabe aguantar la presión como nadie y que sale siempre a la pista dispuesto a dar el máximo, porque para el balear no hay excusas para no ganar, ni tampoco las hay cuando pierde.
Con sólo 21 años, el manacorense es un ejemplo a seguir, no sólo para cualquier deportista -los que empiezan ahora y aquellos que un día llegaron y que ya han malgastado su crédito y su talento por su mala cabeza- sino para cualquier persona que quiera triunfar en su profesión, en la vida.
Su manera de ser, la humildad con la que afronta cada reto, le impiden "levantar los pies del suelo ni un milímetro", como él mismo se encargo de recordar tras hacerse con el póquer en Barcelona. Nadal no celebró su hazaña, se marchó a casa a descansar, porque esta mañana cogía otro avión rumbo a Roma, donde le espera su enésimo reto.
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