Este artículo se publicó hace 14 años.
Rafael Balanzá impregna de espíritu kafkiano su novela "Los asesinos lentos"
Ganar el premio Café Gijón con una primera novela no es frecuente, pero el escritor alicantino Rafael Balanzá lo consiguió con "Los asesinos lentos", una obra que llega ahora a las librerías y en la que "el crimen metafísico" convive con el eterno problema de la incomunicación.
Residente en Murcia desde 1986, Balanzá presentó hoy su novela en el café madrileño que da nombre a este premio creado por Fernando Fernán Gómez en 1949, y lo hizo acompañado por algunos de los miembros del jurado, como Mercedes Monmany y José María Guelbenzu; por el poeta y crítico literario Luis Alberto de Cuenca y por Ofelia Grande, directora de la editorial Siruela, el sello que ha publicado la obra ganadora.
Como dijo Monmany, cuando se falló este premio el pasado 22 de septiembre el jurado lo tuvo fácil porque en seguida se dejó cautivar por "Los asesinos lentos", una novela que "puede ser leída como del género negro o como un crimen metafísico, que es la clave de toda la literatura del siglo XX".
En este libro hay "algo de Kafka", dado que en sus páginas está presente "la irracionalidad de una víctima que se siente perseguida sin razón y que reclama poder comprender por qué se le persigue", y también recuerda en parte a los diálogos de una obra tan importante como "Vida y destino", de Vasili Grossmanm, señaló Monmany.
Como explicó el ganador del Premio Café Gijón 2009 a un grupo de periodistas, minutos antes de que comenzara la presentación, la novela empieza con una amenaza de muerte "que se va diluyendo a lo largo del libro como una aspirina efervescente en una vaso con agua".
En la novela habría dos grandes temas: "la incomunicación", representada en Cáceres, uno de los protagonistas, que no llega a entenderse ni con su mujer ni con sus hijos.
Y está también "esa amenaza de muerte que le hace Valle, el antagonista, y que es de raigambre nihilista", explicó Rafael Balanzá, que hace tres años publicó "Crímenes triviales", un libro de relatos.
Valle y Cáceres formaron parte en los años noventa de un grupo de rock y llegaron a ser los típicos amigos que ensayaban juntos y luego compartían horas de charlas y copas.
Cuando llevaban años sin verse, se reencuentran en un café y, tras ponerse al día sobre sus respectivas vidas, Valle le anuncia a su amigo, "fría y serenamente", que ha decidido matarlo y que lo hará "relativamente pronto".
Esa amenaza, incomprensible para su destinatario, la suelta Rafael Balanzá en el primer párrafo de la novela para que al lector no le quepan dudas de lo que le espera a lo largo del libro.
Y aunque sea "de manera indirecta", Balanzá cree que su historia entronca "con un asunto de gravedad extrema: el terrorismo yihadista, que por desgracia está muy presente en nuestra sociedad".
"Hay una frase en la novela en la que Valle le advierte a Juan Cáceres que esta sociedad no tiene ninguna manera de desactivar o de neutralizar a alguien que está dispuesto a sacrificar su propia vida", comenta el escritor alicantino, que en 2002 fundó la revista "El Kraken", "la mejor revista de Europa" en opinión de Fernando Arrabal.
Pero el tema de la novela "es el nihilismo", aclaró Balanzá, para quien Valle es "un personaje que ha llegado al fondo de su propia vida, y quiere matar a un amigo no porque lo odie sino porque es una forma de comunicarse con él".
El lector de "Los asesinos lentos" se encontrará con una "narración ágil, llena de imágenes sorprendentes y de un humor negro que nunca desfallece a lo largo del libro", combinado todo ello con "un diálogo filosófico", destacó Mercedes Monmany.
Luis Alberto de Cuenca insistió también en el aroma kafkiano que desprende la novela, en la que él encuentra además ecos de algunos cuentos de Bioy Casares. Los personajes centrales de "Los asesinos lentos" son "geniales".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.