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Rajoy salva su liderazgo con la victoria en Galicia

El líder del PP sale también reforzado por el resultado del País Vasco. En el partido esperan que ahora acaben las críticas y el debate sobre su sucesión

MARÍA JESÚS GÜEMES

Si Feijóo ganaba, Rajoy también. Era así de simple. El líder del PP sabía perfectamente que lo que ocurriera en Galicia iba a ser determinante para su futuro en el PP. Por eso se volcó tanto en su tierra durante la campaña y los esfuerzos han tenido su recompensa.

El candidato del PP a la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, obtuvo mayoría absoluta con la más alta participación de la historia de Galicia. Y aunque en Euskadi Antonio Basagoiti perdió dos escaños, los conservadores se mostraban satisfechos por convertirse en 'llave' para un cambio de gobierno. En el cuartel nacional del PP el ambiente era de euforia.

Rajoy salía para recordar que su partido 'tiene palabra y sigue queriendo el cambio en el País Vasco'. En cuanto a Galicia, el líder del PP señaló que con 'el presidente Feijóo, se dará un salto adelante'.

Además, quiso dar las gracias a todos los que habían apoyado a su formación y felicitar a los dos candidatos por hacer un trabajo 'extraordinario'.

'Estoy enormemente orgulloso de presidir el PP. Es un honor. Estoy muy feliz', proclamó. De pie, medio centenar de dirigentes del PP le aplaudían a rabiar al grito de '¡Presidente!'.

La cúpula le arropaba y Francisco Granados, mano derecha de Esperanza Aguirre, observaba la escena. Con los datos en la mano el líder conservador puede respirar, por fin, tranquilo. La victoria gallega le concede una tregua.

Le hacía mucha falta porque el líder de la oposición lleva un año -desde el pasado 9 de marzo, fecha de su derrota en las generales- viviendo un agónico peregrinaje.

No ha habido semana en la que no haya tenido que afrontar un lío interno y, en realidad, desde que se convirtió en sucesor de Aznar sólo contaba en su haber con el triunfo por los pelos de las elecciones municipales y
autonómicas de 2007. Ahora suma y sigue.

Antes de lanzarse a la calle, Rajoy defendió que su partido 'iba a estar a la altura de las circunstancias' y que nadie se iba a arrepentir de haberles dado su voto. 'Hemos demostrado que somos un gran partido y sabemos sobreponernos a las dificultades', sentenció.

Una vez pasados los nervios, en las filas conservadoras más que hacer análisis lo que querían era celebrarlo. Aún así todos eran conscientes de que Galicia había salvado a Rajoy de enfrentarse a una nueva prueba de fuego.

Tal vez la más importante después de la marcha de María San Gil y del amago de Aguirre de hacerse con las riendas del partido. Sin aprobar el examen de las urnas, Rajoy estaba contra las cuerdas. Pero, al final, ha salido reforzado.

Los colaboradores del jefe de la oposición esperan que ahora las críticas hacia su liderazgo se apacigüen y también se aplaque el debate sobre su sucesión. Para los suyos está claro que la estrategia que se marcó en el XVI Congreso de Valencia da sus frutos.

Además, piensan que todos aquellos que afilaban sus cuchillos tendrán que esperar a mejor ocasión. Hay quien dice que la clave serán las europeas.

Pero ahora los que rodean a Rajoy se muestran más optimistas que nunca. Desde luego, no hay nada que una más a un partido que la victoria.

Eso sí, dentro de las filas conservadoras muchos esperan también que ahora Rajoy haga 'limpieza' teniendo en cuenta que la presunta trama de espionaje y corrupción les está haciendo mucho daño.

Creen que ahora es más fuerte para exigir responsabilidades y hacer rodar cabezas.

En campaña, Rajoy se centró en el contraataque con el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el juez Baltasar Garzón. Y la técnica funcionó porque se cobró la dimisión del primero. Ahora toca de puertas adentro.

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