Hace pocos días cumplió un año en la presidencia de Caja Madrid y previamente fue, nada más y nada menos, el número uno del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, Rodrigo Rato sigue siendo uno de los candidatos preferidos por los votantes del PP y será siempre, por muchos cargos relevantes que acumule, el vicepresidente del Gobierno de José María Aznar.

Aunque desde la atalaya de Caja Madrid insiste en que no quiere saber nada de cargos políticos ('tengo un compromiso con la caja y el banco durante varios años y estoy dedicado cien por cien a esto', dijo ayer), es habitual verle en mítines del PP y rodeado de altos cargos del partido, lo cual contribuye poco a desprenderse de su pasado. También para eso tuvo ayer una justificación: 'Tengo derechos políticos y voto como cualquier ciudadano. A veces asisto a actos, pero no en nombre de ninguna entidad financiera, sino en el mío. Vivimos en un país libre en el que, salvo los jueces, las personas son libres de tener opiniones políticas expresarlas'.

Sin embargo, y pese a todos sus argumentos, tampoco ayer quiso asegurar que no volverá a la política. Es uno de los líderes más queridos en la derecha, lo sabe y le gusta. 'Me gusta que me valoren bien. Mis planes son que me sigan valorando bien', dijo ayer cuando un periodista le preguntó si está entre sus proyectos está volver a un puesto clave en el PP dado lo bien valorado que está entre sus votantes.

Con sus negativas a medio gas y sus apariciones en mítines, él mismo fomenta estas dudas constantes, pero la realidad es que en este momento tiene otras muchas ocupaciones de calado que poco tiempo deben dejarle para pensar en programas políticos. Tiene en sus manos la creación del mayor grupo de cajas de España, su conversión en banco y su salida a bolsa. Y además es vicepresidente de la patronal de cajas (CECA), con lo que también anda metido en la negociación con el Gobierno para cerrar los detalles de las nuevas exigencias de solvencia.

Desde la CECA está participando en la nueva normativa de solvencia

Rato ha sido, desde la CECA,uno de los principales impulsores de la conversión de las cajas en bancos para que puedan captar capital en los mercados. Pujó fuerte para que Isidro Fainé, presidente de La Caixa, estuviera al frente de la patronal porque quería que fueran las grandes entidades las que dirigieran las reformas del sector y él no podía ser porque era un recién llegado. Quizá en un año tome el relevo.