Este artículo se publicó hace 13 años.
Razones y consecuencias de la transformación
¿Por qué quieren transformar las cajas en bancos?
Próximamente se van a realizar otros test de estrés a las entidades financieras europeas, pero serán mucho más exigentes que los anteriores. Con los niveles actuales de capital que tienen las cajas, la mayoría suspendería esas pruebas. Necesitan por tanto elevar su solvencia a toda velocidad, pero el modelo de cajas no permite hacerlo más que con los beneficios, que además ahora están bajando. Si se convierten en bancos, tendrán acciones y podrán venderlas en los mercados y así elevar su capital. Además, los inversores son reticentes ahora a meter su dinero en las cajas porque no comprenden su estructura.
¿Quién les dará el capital que necesitan?
En un primer momento, es complicado que inversores privados quieran entrar en esas nuevas entidades porque todavía no se fían de sus números, pero, una vez que hagan públicos sus datos de exposición al ladrillo y después aprueben los test de estrés, deberían conseguir capital privado, ya sea saliendo a bolsa o con colocaciones privadas a algún inversor concreto. Hasta que llegue ese momento, es probable que reciban nuevas ayudas públicas, que como máximo deberían ascender a 30.000 millones de euros, aunque los cálculos están por hacer.
¿Cómo se darán esas ayudas?
Hasta ahora, el Estado (a medias con los fondos de garantía de las propias entidades) ha comprometido ayudas del Frob por importe de 12.000 millones. Además, el Tesoro compró a las entidades activos por importe de 19.500 millones a través del Fondo de Adquisición de Activos Financieros (FAAF). Estas compras empiezan a vencer ahora y el Estado debería recuperar su dinero. Sin embargo, existe la posibilidad de que lo reinvierta en adquirir acciones de los nuevos bancos. De esta forma, seguiría ayudando a las entidades, pero no incrementaría su riesgo con el sector financiero ni dañaría el déficit público.
¿Será el Estado propietario de esos nuevos bancos?
Mientras tenga las acciones en su poder será uno de los propietarios, pero la intención es mantenerlas durante poco tiempo, sólo hasta que los mercados confíen en la solvencia de las nuevas entidades. Después las venderá a inversores privados. Si el banco ha salido antes a bolsa, podrá colocarlas en bolsa.
¿Nadie quiere comprar ahora?
Hay una docena de fondos internacionales que quieren invertir ahora en las cajas, pero están a la espera de los cambios. Su objetivo es meramente especulativo y no gusta a las cajas: comprar ahora muy barato y vender caro dentro de unos pocos años.
¿De qué manera se convierte una caja en banco?
Se traspasan todos los negocios y activos financieros a un banco y se crea una fundación que es propietaria de las acciones del banco y a la vez gestiona la obra social.
¿Cómo afectará a la obra social?
La gestionará la fundación y, en teoría, debería mantenerse igual. Otra cosa es que el nuevo banco decida no repartir dividendo a su accionista o repartir menos que ahora y, por tanto, no haya dinero o se reduzca mucho lo que se dedica a las actividades filantrópicas.
¿Quién dirigirá estos bancos?
Ya no existirán asambleas de cientos de miembros ni un consejo de administración por cada caja que ha participado en la fusión que ha dado lugar a un nuevo banco, como ahora. En estas entidades deberían tender a desaparecer paulatinamente los representantes políticos. Los miembros ya nombrados en los consejos de los bancos que ya se han creado podrán mantenerse.
¿Cómo lo notará el negocio de las cajas?
Siempre que hay una fusión o una gran transformación se produce una pérdida de clientes porque la organización está más centrada en su reestructuración que en los esfuerzos comerciales. Los bancos ya están notando cómo les llegan clientes de las cajas que se están fusionando o de las que no conceden créditos porque su solvencia no se lo permite. Mientras consiguen elevar sus ratios, las cajas no tendrán más remedio que continuar con la actual guerra de depósitos. Es su única manera (junto a la apelación al BCE) de conseguir la liquidez que necesitan y que no les prestan en los mercados internacionales.
¿Comprarán los bancos a las cajas?
Una vez que se transformen en bancos, no habrá ningún inconveniente para que les compren. Es previsible que algunos lo hagan, sobre todo para reforzar su presencia en determinadas comunidades autónomas. Preferirán las cajas con menor exposición al ladrillo y con mayor eficiencia.
¿Cuántos empleos y oficinas pueden perderse?
Los expertos calculan que se perderán uno de cada cinco empleos de las cajas, es decir, más de 25.000 puestos de trabajo, aunque una buena parte se hará por medio de prejubilaciones. Muchos de ellos saldrán de los servicios centrales, pero también de la red de oficinas, que se reducirá en una cuarta parte, es decir, unas 6.000 sucursales.
¿Cómo afectará este proceso a la economía española?
Los expertos dicen que uno de los principales problemas de imagen y confianza que tiene ahora la economía española es la debilidad de la mayoría de las cajas. Si se reduce o elimina esa incertidumbre, en los mercados verán con mejores ojos la deuda española, y tanto el Estado como las entidades financieras y las empresas podrán conseguir fondos a un precio más reducido. Eso será beneficioso para los contribuyentes y para los clientes.
¿Habrá más crédito?
Si las cajas son más solventes, tendrán más posibilidades de captar financiación en los mercados tradicionales y más capacidad de prestar dinero a los clientes, sobre todo empresas. Así se facilitará la recuperación de la economía y se podrá reducir paulatinamente el paro, que es la gran lacra de la economía española.
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