Este artículo se publicó hace 13 años.
El recuerdo de Naguib Mahfuz sigue vivo al calor de las tertulias
Un siglo después del nacimiento del nobel de Literatura Naguib Mahfuz, su recuerdo permanece intacto entre aquellos compañeros de tertulia que compartieron con él muchas de sus pasiones, entre ellas el retrato de la sociedad egipcia que plasmó en sus obras.
A escasos metros de la casa de Mahfuz, en la margen este del río Nilo en El Cairo, un grupo de amigos del escritor se reúne todos los viernes para recordarlo y recitar fragmentos de sus libros en una velada al estilo de los tradicionales cafés literarios, donde la política y la cultura siempre son bienvenidas.
A la cita acude como de costumbre Fathi Hashem, un veterinario que aún se acuerda de los motivos que le impulsaron a conocer al laureado cronista cairota, nacido el 11 de diciembre de 1911 y fallecido el 30 de agosto de 2006.
"Leí sus novelas y pensé que solo con él me gustaría debatir. Él era diferente a los escritores de su época. Habló de asuntos humanos muy nobles y contó la realidad histórica y social de Egipto desde la I Guerra Mundial hasta la década de 1950", apunta a Efe Hashem, de 65 años.
Este egipcio, que terminó cultivando una larga amistad con Mahfuz, era quien lo trasladaba de su domicilio a un centro de conferencias cuando en 1994 un integrista islámico apuñaló al escritor mientras se subía al coche.
"Le quité el cuchillo del cuello y sentí que estaba en peligro. Lo llevé al hospital y colaboré con la policía", relata Hashem, que explica que después del suceso cambiaron de rutina y asistían a coloquios en lugares siempre distintos.
Meses más tarde, ese intento de asesinato supuso la ejecución en la horca de dos acusados que pertenecían a la organización terrorista Yamá Islamiya (Asamblea Islámica).
El líder espiritual de ese grupo, el jeque radical Omar Abdel Rahman, había condenado previamente a muerte al escritor por escribir "Hijos de nuestro barrio" (1959), libro que estuvo prohibido en su país natal debido a su supuesta irreverencia hacia el islam.
Esas acciones hicieron que Mahfuz, galardonado en 1998 con el Premio Nobel de Literatura, extremase sus precauciones, pero sin cambiar su estilo, su forma de pensar o su compromiso político.
Así lo piensa el también escritor egipcio Mohamed Salmawi, que en la ceremonia de entrega del Nobel fue el encargado de leer el discurso en el que Mahfuz se declaraba hijo de dos civilizaciones: la faraónica y la islámica.
"Él no escribió bajo presión, en todo caso esta vino tras la publicación de su trabajo", argumenta a Efe Salmawi, que destaca los valores humanos, la amabilidad y la inteligencia del autor de la afamada "Trilogía de El Cairo", que arranca en el humilde barrio de Gamaliya y contiene buenas dosis autobiográficas.
Traducido a 40 idiomas y con una prolífica producción literaria compuesta por unas cuarenta novelas y colecciones de cuentos, Mahfuz fue capaz de describir con una prosa cuidada el comportamiento humano y los usos sociales de la vida cotidiana hasta el punto de perfilar algunas de las claves que subyacen en la compleja realidad árabe de nuestros días.
Al mismo tiempo, los grandes temas universales como el amor o la libertad despertaron el interés de la industria cinematográfica por adaptar algunas de las novelas de Mahfuz, como fue el caso de "El callejón de los milagros", que atrajo la atención del director mexicano Jorge Fons, que ambientó el filme en su país natal.
"Las películas contribuyeron a difundir la obra del autor, reconocido tanto dentro como fuera de Egipto y convertido en un símbolo de apertura para las generaciones de escritores jóvenes, que de alguna forma quieren imitarlo", opina Nabila Akl, directiva del centro de publicaciones de la Universidad Americana de El Cairo.
Con motivo del centenario del nacimiento del nobel árabe, esta casa de estudios ha publicado tres ediciones especiales y dedicado un acto de homenaje al autor, mientras que la Biblioteca de Alejandría ha organizado un ciclo de conferencias sobre su obra.
Entre el círculo actual de escritores egipcios, Mahfuz es algo más que un referente. "Es nuestro padre", confiesa Alaa el Aswani, para quien ese tipo de relación resulta "muy complicada, porque así como lo aprecias también quieres superarlo".
"Fue una persona única, fundó la novela árabe moderna y la hizo evolucionar por sí solo durante décadas", concluye el escritor de "El edifico Yacobián", que dice no olvidar los consejos que en su día le dio en persona Naguib Mahfuz.
Belén Delgado
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