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Dos referentes progresistas demonizados por la derecha

Obama y Zapatero tienen un repertorio de coincidencias y afinidades personales y políticas

GONZALO LÓPEZ ALBA

Dentro de poco, ya lo veréis, dirán que la culpa de la crisis la tiene Obama'. Esta advertencia, formulada medio en broma, medio en serio el mes pasado ante el Comité Federal del PSOE por José Antonio Griñán, es una más de las múltiples expresiones que ponen de manifiesto el alto grado de identificación de los socialistas españoles con Barack Obama. En EEUU, los detractores del líder demócrata lo tachan de 'socialista', un adjetivo que al otro lado del Atlántico se identifica más con el comunismo que con la socialdemocracia europea.

Demonizados por la derecha en sus países desde prácticamente el mismo comienzo de sus mandatos, los paralelismos entre Barack Obama y José Luis Rodríguez Zapatero son múltiples y variados. Para empezar, nacieron el mismo día del mismo mes 4 de agosto, aunque en distinto año. Es decir: aunque el presidente de EEUU es un año más joven, pertenecen a la misma generación y, como ha advertido Felipe González, 'el poder se ejerce generacionalmente'. No es de extrañar, por tanto, que compartan preocupaciones como la lucha contra el cambio climático, la defensa del desarme nuclear y el diálogo entre diferentes, o la apuesta por las energías renovables.

Su plena dedicación a la política les llegó tras licenciarse en Derecho y un breve período como profesores de Derecho Constitucional. Los dos conquistaron el poder contra pronóstico y contra el establishment, envueltos en un aura de regeneración política que les dio, a cada uno en su momento, una gran proyección internacional. Y, convertidos en presidentes a lomos de la idea del cambio, adoptaron decisiones simbólicas que no se limitan a la retirada de Irak, de la que habían hecho bandera electoral.

Los dos eligieron a una mujer para ser número dos de sus gobiernos Hillary Clinton y María Teresa Fernández de la Vega. Incluso el hecho de que Obama elevara a esa posición en la jerarquía de la Administración estadounidense a la que fuera su rival para obtener la nominación como candidato demócrata encuentra un paralelismo en la decisión de Zapatero de promover a José Bono como presidente del Congreso de los Diputados, el cargo que sigue al jefe del Ejecutivo en el orden protocolario del Estado.

Pero las coincidencias no se reducen a las anécdotas personales, la forma en que llegaron al poder o los gestos. Se extienden a las ideas y las políticas.

Los dos presidentes han tomado iniciativas y han aprobado medidas similares

Ambos presidentes han convertido en elementos de identidad de sus proyectos la ampliación de los derechos y el fortalecimiento de la igualdad. Si la primera reforma legal que planteó Zapatero fue la ley integral contra la violencia de género, a la que luego seguiría la ley de igualdad, Obama se estrenó estampando su firma en la ley de igualdad de salarios, bajo la proclama de que 'todos somos creados en igualdad' y entre aplausos de los grupos feministas y sindicales que venían defendiendo esta causa. La norma lleva el nombre de Ley de Pago Justo Lilly Ledbetter por una mujer que descubrió que era discriminada en el salario hacia el fin de su carrera.

Con el reconocimiento de la plena igualdad de derechos para los homosexuales lleva ventaja el presidente español, pero si Zapatero impulsa una reforma de la ley de despenalización del aborto, Obama levantó el veto que rigió durante los ocho años del gobierno de Bush para que los grupos de planificación familiar que trabajan en países pobres de África, Asia y América Latina pudieran recibir fondos federales para su trabajo. De forma similar, ambos han levantado las trabas a la investigación con células madre. Y si Zapatero creó la ley de ayuda a los dependientes como un cuarto pilar del Estado de bienestar, Obama ha convertido en su proyecto estrella el objetivo de implantar en EEUU la asistencia sanitaria universal.

Ambos promueven el diálogo multilateral y la extensión de los derechos

En el ámbito diplomático, ambos comparten la necesidad de pasar del unilateralismo que caracterizó los mandatos de Bush al multilateralismo y Obama ha dado un espaldarazo a la idea de fondo que sustenta la Alianza de las Civilizaciones que tuvo en Zapatero a su primer adalid. Comparten como grandes conceptos el diálogo, la cooperación, la lucha contra la pobreza o la preocupación por África. Y, ahora que el presidente español asumirá la dirección de la Unión Europea, desde Moncloa se subraya su coincidencia de criterio en que el Viejo Continente debe actuar en el mundo con una única voz, unido y fuerte.

También son compartidas las grandes líneas para afrontar la crisis económica, hasta darse el hecho inédito de que el presidente de la primera potencia mundial pusiera a España como ejemplo de la apuesta por las energías renovables o enviara a su responsable de infraestructuras a conocer sobre el terreno el desarrollo del tren de alta velocidad.

El estrechamiento de lazos abarca el terreno del pensamiento, como prueba que el vicepresidente de la Fundación Ideas, Jesús Caldera, haya logrado organizar en España la I Conferencia Global Progress en colaboración con el Center for American Progress, cercano al Partido Demócrata. Sarah Rosen Wartell, Vicepresidenta Ejecutiva del Center for American Progress, ha insistido en la importancia de que los progresistas de todo el mundo compartan agendas y destaca la buena oportunidad que, para el caso específico de la relación entes España y EE UU, se abre con la llegada al poder de Obama. Obama necesita un alter ego europeo y Zapatero es, a día de hoy, el único líder de un partido socialdemócrata asentado en el poder sin un horizonte inmediato de elecciones.

Puestos a buscar más afinidades, ambos son aficionados al baloncesto, tienen dos hijas y querencia por Jorge Luis Borges, el escritor de la refutación del tiempo.

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