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Dos religiosos españoles, canonizados por Benedicto XVI

Reuters

Benedicto XVI nombró cinco santos el domingo, entre los que estaban dos españoles: el fraile dominicano Francisco Coll y Guitart y el trapista Rafael Arnáiz Barón.

Se trata de los dos primeros españoles canonizados durante su pontificado.

Coll y Guitart predicó en Cataluña en el siglo XX y "llegó a los corazones de otros porque transmitía lo que él mismo vivía con pasión, que ardía en su corazón", dijo el Pontífice.

Arnáiz Barón, un monje trapista que murió con 27 años en 1938, "no sabía rezar" cuando empezó la vida monacal, pero se convirtió en un ejemplo, especialmente para los jóvenes, que no son fáciles de satisfacer", añadió.

Ambos habían sido proclamados beatos por el antecesor del Papa alemán, Juan Pablo II.

Otro de los religiosos canonizados fue sacerdote belga Damien, que trabajó y murió entre leprosos hawaianos, por lo que se ganó la admiración del presidente Barack Obama, que celebró la canonización de Damien.

El presidente estadounidense nació en Hawaii, donde Damien trabajó en la colonia leprosa de Molokai, cogió la lepra y murió en 1889. Obama dijo en un comunicado que Damien tenía "un lugar especial en el corazón de todos los hawaianos".

Bautizado con el nombre de Jozef De Veuster, Damien marchó a Hawaii a los 23 años, y 10 años más tarde empezó a trabajar entre los leprosos, "no sin miedo y repugnancia" al principio, dijo el Papa. Se puso enfermo y se convirtió en "un leproso entre leprosos" los últimos cuatro años de su vida.

Los reyes de Bélgica Alberto y Paola asistieron a la ceremonia llevada a cabo en la plaza San Pedro, al igual que el presidente polaco, Lech Kaczynski, el primer ministro francés, François Fillon, y el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos,.

El Papa también canonizó a Zygmunt Szczesny Felinski, arzobispo de Varsovia cuando Polonia se rebeló contra la anexión de la Rusia imperial en 1863. Exiliado a Siberia durante 20 años, fue "un ejemplo para toda la Iglesia", dijo el Papa.

La nueva santa francesa es Jeanne Jugan, venerada como Marie de la Croix. Trabajó con los pobres y los mayores, deshaciéndose de todas sus posesiones materiales para convertirse en "una persona pobre entre los pobres" hasta su muerte en 1879.

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