Este artículo se publicó hace 14 años.
República Dominicana y Haití, más cerca tras la catástrofe
El terremoto del pasado 12 de enero en Puerto Príncipe ha servido para poner a prueba la relación entre República Dominicana y Haití y ha permitido a los dominicanos, muy criticados por su trato hacia los habitantes del país vecino, dar muestras de una gran solidaridad hacia los haitianos.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha sido uno de los que ha destacado con mayor claridad esta solidaridad: "Desde el comienzo de esta crisis el gobierno de la República Dominicana ha venido dando asistencia con generosidad y rapidez a su país vecino, Haití, y estamos muy agradecidos", dijo.
La magnitud de la crisis humanitaria desatada por la catástrofe desencadenó una reacción inmediata de la República Dominicana, cuyo presidente, Leonel Fenández, fue el primer jefe de Estado, y hasta ahora el único, que ha visitado el territorio haitiano para interesarse por sus habitantes.
La ayuda humanitaria en forma de medicinas, doctores, comida, agua, equipos y maquinaria llegó también en las primeras horas desde la República Dominicana que, además, puso a disposición de sus "hermanos", como muchos dominicanos llaman a los haitianos, varios hospitales próximos a la frontera para el traslado de los heridos más graves.
Una buena muestra de esta solidaridad dominicana es la febril actividad con la que, desde las 04.00 de la madrugada de cada día trabajan los equipos móviles de los Comedores Económicos del Estado.
El subadministrador de estos comedores, Ramón Jiménez, explicó a Efe que el Gobierno ha puesto a disposición del pueblo haitiano diez cocinas móviles en Puerto Príncipe y siete más en el paso de fronterizo de Jimaní para dar de comer a las personas necesitadas.
"La gente está muy contenta con nosotros", dijo, y mostró una fotografía tomada con su propia cámara en la que se ve una pancarta de agradecimiento de un grupo de beneficiarios de los comedores: "Muchas gracias, presidente Leonel Fernández y el pueblo dominicano".
Desde el día siguiente al terremoto cada una de estas cocinas prepara entre 10.000 y 15.000 platos de comida que luego es transportada a los campamentos donde los haitianos se han instalado tras el temblor.
"Si no llega a ser por nosotros, aquí hubiera habido un estallido social", comentó Jiménez, quien destacó que los haitianos aceptan de buen grado esta ayuda del país vecino.
"Nosotros no discriminamos a los haitianos, en República Dominicana les queremos. Lo que pasa es que hay gente que nos quiere hacer daño y siempre habla de eso", señaló en referencia a las críticas hacia el país por su trato a los haitianos.
Aunque no hay cifras oficiales, se estima que cerca de un millón de haitianos residen en el país vecino, la mayoría en situación irregular, dedicados a trabajos agrícolas, hostelería, construcción y otros sectores.
Pese a la buena voluntad de las dos partes, lo cierto es que los problemas fronterizos han sido históricamente un foco de tensiones entre ambos países. El paso de miles de haitianos hacia la República Dominicana es origen de problemas a los que hasta ahora no se ha encontrado una solución definitiva.
A pesar de todo, crisis graves como ésta hacen que se olviden tensiones y ambas partes pongan de su lado: unos para ayudar, otros para recibir ayuda.
"Ha sido una ayuda masiva, en la medida en que hemos podido. Hemos sido el primer país en llegar. La reacción del presidente Leonel Fernández fue rápida, envió a los equipos de socorro, al comité de operaciones de emergencia...", comentó a Efe el ministro consejero de la embajada dominicana en Puerto Príncipe, Pastor Vázquez.
"No solamente es el gobierno dominicano, sino también el pueblo dominicano el que está aquí ayudando a los hermanos haitianos después del seísmo", añadió.
"Somos dos países fronterizos y siempre se dan ciertas situaciones (incómodas), pero no creo que haya tensiones", agregó.
Las muestras de solidaridad han sido más que notorias e incluso el presidente haitiano, René Preval, ha dado públicamente las gracias a la República Dominicana y a sus habitantes por su gran ayuda.
De paso, Préval aprovechó para expresar sus deseos de que esta desgracia sirva para que los dos países se acerquen y comiencen a poner las bases de una relación fundada en la solidaridad y en el respeto.
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