Este artículo se publicó hace 14 años.
La Residencia de Estudiantes recuerda a Moreno Villa al abrir su centenario
El recuerdo al poeta y pintor malagueño Enrique Moreno Villa (1887-1955), a través de una exposición inaugurada hoy en Valladolid, es uno de los primeros actos culturales organizados por la residencia de Estudiantes para conmemorar, el próximo 1 de octubre, el centenario de su creación.
Dotado de una gran formación intelectual, Moreno Villa simboliza el espíritu de libertad y el camino hacia el arte moderno que durante el primer tercio del siglo XX marcó la Residencia de Estudiantes, donde este "pintor lírico" vivió entre 1917 y 1937, fue tutor y ofició como puente o "intermediario entre generaciones".
La evolución de su labor poética y pictórica, unida a su afinada condición crítica literaria y artística, "representa una amalgama de la historia de la modernidad en España" entre las décadas de los años 20 y 30 del siglo XX, un periodo donde se dio "un hervidero de corrientes, influencias y propuestas" de diversa índole.
Así lo ha manifestado Juan Pérez de Ayala, comisario de esa exposición que podrá verse en Valladolid hasta el 11 de julio con dibujos y pinturas fechados entre 1923 y 1932, además de una selección de los principales poemarios de Moreno Villa, entre ellos "Jacinta la pelirroja" (1929), las tres series de "Carambas" (1931), de inspiración surrealista, y "Puentes que no acaban" (1933).
Ambas facetas, la literaria y la plástica, no se entienden por separado dentro de la personalidad creativa de quien fue un "verdadero pintor lírico", en palabras del comisario, que recurrió a las letra impresa para dar forma a sus dibujos, y que explicó éstos a través de sus versos.
"Ciego, ciego... Y ahora,/con profunda codicia,/ quiero beber colores/y formas y perfiles/sin perder un matiz/por sellado que sea (...)", sentenció Moreno Villa en una de las composiciones que pueden verse dentro de esta muestra, también promovida por el Ayuntamiento de Valladolid.
En la Residencia de Estudiantes, creada el 1 de octubre de 1910 por decreto del entonces Ministerio de Instrucción Pública, vivió durante casi dos décadas, fue una de las personas de confianza del director, Alberto Jiménez Fraud, y desempeñó un papel de "intermediario o comunicador" entre varias generaciones.
Allí conoció a Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel y Severo Ochoa, residentes como él, y trató a visitantes ocasionales como Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, José Ortega y Gasset, Rafael Alberti y Eugenio D'Ors.
La exposición recorre la fase neocubista de Moreno Villa, justo en la época en que ese movimiento abandona su esquematismo y frialdad iniciales, e incorpora de nuevo la figura humana a la composición.
Destaca la serie pensada para el libro "Juanita la pelirroja", finalmente no publicada y consistente en dibujos que no obran como ilustraciones, sino como un acompañamiento espiritual para explicar el estado de ánimo de su autor ante el rechazo, a su propuesta de matrimonio, por parte de la familia de su enamorada, una joven neoyorquina a la que conoció en la Residencia.
El resto de los fondos, hasta medio centenar de cuadros, se reúnen en figuras y paisajes, fechados entre 1927 y 1932, sus "dibujo-grafías" de carácter experimental, sobre papel previamente ahumado con preparados químicos, y una serie de ilustraciones para cuentos.
La exposición se detiene en la Guerra Civil, que sorprendió a Moreno Villa en Valencia y que luego pasó Nueva York, donde inició un exilio que le llevó a México, su país de adopción, donde falleció a los 68 años de edad después de años de nostalgia, dolor, escritura, pintura y amistad con otros intelectuales allí refugiados.
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