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Rocío Molina, Premio Nacional de Danza 2010, cree que en España "no se toma en serio" el flamenco

EFE

La bailaora Rocío Molina, Premio Nacional de Danza 2010, cree que en España "no se toma en serio" el flamenco y eso obliga a una "pelea" del artista que, en ocasiones, termina buscando oportunidades fuera.

De hecho, ella misma no descarta la posibilidad de dejar España si se le hace más duro seguir con su trabajo.

Según ha afirmado en rueda de prensa, en el momento en el que aquí la "lucha" le resulte "demasiado fuerte", se plantea irse donde la ayuden y la tomen "con un poquito de seriedad".

La bailaora, que participa en la "Semana del flamenco" de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) con su espectáculo "Vitánica", ha explicado que fuera de España los artistas "son valorados como lo que son", no como personas que están "esperando la inspiración" y, mientras tanto, "no hacen nada".

Según dice, es "increíble" ver cómo reciben el flamenco en "cualquier país", ya sea Francia, Estados Unidos, Japón, Holanda o Finlandia.

En cambio, en España, ha señalado que "está complicado" y tiene "muchos compañeros" que no pueden desarrollar proyectos y presentarlos.

"Si tenemos que irnos de España, tendremos que irnos, porque aquí es bastante difícil, porque no tenemos forma de hacer un proyecto y recuperarnos de haber hecho ese proyecto para poder hacer otro", añade Molina.

Además, lamenta que los teatros piden espectáculos "buenos, bonitos y baratos", pero subraya que no todo es cuestión de cantidad, y los artistas necesitan hacer "cosas mejores".

En su caso, está empezando a buscar ideas para un nuevo proyecto. Se trata de una propuesta que está "todavía muy verde", en la que le gustaría reflexionar sobre las limitaciones físicas y sobre la posibilidad de convertir los defectos en virtudes.

Y es que, según dice, le gusta utilizar el arte para expresar sus inquietudes o plasmar la realidad de una "nueva sociedad" en la que es "bastante difícil hacer cosas". "No tengo otra forma de entender mis emociones y mis sentimientos", apunta.

También entiende que no sucede lo mismo con todos los artistas. "Hay personas con necesidades distintas a otras. Yo necesito expresar lo que siento, y otra gente necesita ponerle una tercera planta a su casa", ha comentado.

Sobre "Vitínica", el montaje incluido en la programación cultural de la UIMP, ha explicado que es una reflexión sobre el vino, que muchas veces se utiliza para recordar o para olvidar.

Al diseñar el espectáculo intentó trabajar olvidándose de la técnica y, así, llega a bailar "al límite, como una persona ebria, al borde del abismo", pero sin caer.

Se trata de un montaje lleno de "dualidades" en la que los artistas se ponen a prueba, no sólo ella bailando, sino también el guitarrista, por la complejidad de tocar a la guitarra una partitura de Chopin.

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