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"El rock fue el evangelio de mi generación"

Cumple 30 años de carrera con un nuevo disco, 'Balm in Gilead', y visita España a lo largo de este mes

J. C.

Nació en Chicago hace 55 años en una familia de antepasados galeses y herencia gitana. Su padre era cantautor y su abuela bailarina de vodevil. De joven, fue una niña rebelde a la que expulsaban a menudo de clase y que un día se plantó en la carretera para hacer autostop. Llegó a la otra punta, Los Ángeles, donde sirvió y actuó en garitos de mala muerte. Al fin, la suerte le sonrió. Rickie Lee Jones se convirtió en musa de su país después de que, en 1979, presentase en Saturday Night Live la canción Chuck Es in Love, de su primer disco. Un pelotazo lleno de rabia e insolencia que acompañaba con una turbadora propuesta estética que bebía del rock y el punk. Algo poco habitual en la escena de los cantautores folk estadounidenses.

Lee Jones era diferente. Su voz era felina y sensual, y buscó su propio camino entre las raíces del jazz, el soul y el r&b. En aquel primer disco se presentaba bohemia, con boina, pipa y mirada descarada, y se convirtió en superventas internacional. Apareció en la portada de Rolling Stone y fue nominada a cinco Grammys. Entonces salía con Tom Waits, y vivió años de correrías y excesos. Hasta que sentó la cabeza para criar a su hija, Charlotte, que hoy tiene ya 21 años.

'Hoy, la música está controlada por el marketing. No hay oportunidades'

En este ambiente tan sano y reposado, una vez recuperadas la inspiración y la autoestima, Lee Jones publica Balm in Gilead (Concord/Universal), que sale mañana a la venta. La revista Uncut ha dicho que es su mejor disco en una década. The New Yorker coincide: es el álbum más poderoso de la segunda parte de su carrera.

En él, Lee Jones nos canta sus ansias y tormentos en piezas desnudas, espirituales y acústicas. El título del disco proviene de un pasaje del Antiguo Testamento, pero la cantante no nos intenta convencer de ninguna revelación divina. 'La frase viene del libro de Jeremías, que promete que hay un bálsamo que sana las heridas. Para mi generación, la música es ese bálsamo que nos hace seguir adelante. Teníamos un evangelio, el rock. Hoy, la música está controlada por el marketing y los jóvenes no tienen la oportunidad de crear nuevos movimientos', dice Jones.

'Somos mayores, pero hay que seguir adelante y pagar las facturas'

Hoy, Lee Jones es una madre que vive sin pareja y relajada en California. 'Este disco trata de todo lo que es importante a esta edad: nuestros niños (Wild Child), y nuestros padres (The Moon Is Made of Gold). Somos ya mayores, pero hay que seguir adelante y pagar las facturas', apunta la cantautora.

Tras su activa participación en la cruzada que buena parte de músicos yanquis montaron para protestar contra las políticas de Bush, Jones se ha tomado un tiempo para meditar. 'Ha sido como un disco de debut: trae canciones muy redondas que he preparado durante mucho tiempo', explica la cantante, que visitará Cádiz (día 16), Madrid (17), Bilbao (18), Cartagena (20) y Barcelona (21).

A Lee Jones no le gusta que le pregunten por su pasado, ni por sus coqueteos con las drogas y el alcohol. Ni mucho menos por Tom Waits, su viejo amor ilustre. 'Yo entonces era un espíritu libre sin equipaje'. La relación era pasional pero autodestructiva. 'Ella bebía y yo también, así que bebíamos juntos', dijo Waits una vez. 'Él estaba asustado por el éxito de mi disco. A medida que mi carrera avanzaba éramos más inseguros. Y yo tampoco supe manejarlo', concluye.

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