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Rumanía encara las presidenciales polarizada en torno al presidente Basescu

EFE

Considerado un megalómano por unos y un líder natural por otros, la polarización sobre el presidente rumano, Traian Basescu, ha acaparado el interés de la campaña para las presidenciales del día 22, en la que la desastrosa situación económica y la crisis política apenas si son asuntos secundarios.

Mientras el país lleva ya un mes sin Gobierno y las previsiones económicas hablan de una recesión del 8 por ciento para 2009, el debate sobre Basescu y sus intentos de repetir en el cargo han eclipsado una batalla electoral que aún no han encontrado espacio para las ideas, las propuestas y las soluciones.

Miles de carteles con el rostro y los lemas de los presidenciables llenan barrios y calles de la capital, y los canales de noticias transmiten sin descanso las arengas cada vez más agresivas de los candidatos.

"No se librarán de lo que temen", se lee en los anuncios que muestran a un desafiante Traian Basescu.

El eslogan se refiere a la mayoría de parlamentarios hostil al jefe del Estado y al referéndum no vinculante que Basescu ha convocado el mismo 22 de noviembre sobre la supresión de una de las dos cámaras y la reducción a 300 del número de legisladores.

Enfrentado a candidatos de perfil bajo que basan su fuerza en los partidos que les apoyan, Basescu se presenta a los electores como la única posibilidad de modernización y la única alternativa a una Rumanía controlada por la oligarquía heredera del régimen comunista.

Sus principales rivales, el socialdemócrata Mircea Geoana y el liberal Crin Antonescu, han unido fuerzas para criticar el bonapartismo de Basescu.

De momento, los sondeos de intención de voto dan a Basescu el 31 por ciento de los apoyos electorales y Geoana, su gran rival, el 32.

Esas formas autoritarias y el culto a la personalidad que le achacan sus detractores se ven ejemplificados en la plaza de Bucarest que alberga su sede de campaña, iluminada por las noches con focos naranja y repleta de imágenes de Basescu entre las masas, con los brazos abiertos o dejándose besar por sus seguidores.

"Alcanza cotas de megalomanía propias de Ceausescu (el último dictador comunista), sus cinco años en el poder se han caracterizado por la corrupción que denuncia, el nepotismo y la gresca constante", explicó en condición de anonimato a Efe un alto ejecutivo de una de las grandes empresas del país.

Ante esas acusaciones, Basescu argumenta que la contundencia de su estilo es necesaria para doblegar a las fuerzas reaccionarias que, a su juicio, gangrenan la joven democracia rumana.

Basescu insiste en calificar a sus rivales de marionetas de la oligarquía, y limita a su gran rival, el socialdemócrata Mircea Geoana, a hombre de paja del ex presidente y ex comunista Ion Iliescu, bestia negra de estudiantes e intelectuales regeneracionistas en la transición.

Conforme la campaña llega a su fin, la agresividad de los mensajes se ha disparado y las acusaciones de alcoholismo contra Basescu se han convertido en argumento político.

"A Basescu lo votan alcohólicos, gitanos y prostitutas", ha llegado a decir un alto cargo del Partido Nacional Liberal, Ludovic Orban.

Mientras tanto, los desacuerdos entre la mayoría del Parlamento y el presidente sobre quién debe ser primer ministro, tras la moción de censura que a mediados de octubre tumbó al Ejecutivo de centro-derecha, condenan al desgobierno al país.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha anunciado que no hará llegar los 1.500 millones previstos para diciembre del crédito exterior de 20.000 millones de euros contratado por Rumanía el pasado marzo, al no contar con un Gobierno estable como interlocutor.

Sea quien sea el presidente elegido, deberá afrontar desde el primer momento el impacto de unos problemas económicos ahora desatendidos que harán el invierno mucho más duro y frío para millones de rumanos.

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