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La ruptura societaria de Eulen y la de una familia

Las desavenencias se pusieron de manifiesto en enero del año pasado

VICENTE CLAVERO

Eulen, el primer grupo nacional de servicios a las empresas, con una facturación superior a los 1.300 millones de euros durante 2008, último ejercicio del que se conocen datos, viene siendo objeto de un peligroso tira y afloja entre dos facciones, hasta ahora irreconciliables, de la familia fundadora. El patriarca, David Álvarez Díaz, y dos de sus hijos, Jesús David y María José Álvarez Mezquíriz, están abiertamente enfrentados con los otros cinco, todos ellos miembros del consejo de administración y que en conjunto suman el 100% del capital de la compañía.

Las desavenencias se pusieron de manifiesto en enero del año pasado, cuando los descendientes de David Álvarez Díez, que pronto cumplirá 83 años, convocaron una reunión a sus espaldas para relevarlo, mientras él disfrutaba de unos días de descanso en el municipio leonés de Crémedes, de donde la familia es originaria. Sólo dos de los hermanos se desmarcaron de la operación, mientras los demás utilizan desde entonces los votos que les corresponden en el consejo para quebrar la resistencia de su padre a la jubilación.

Eso ha roto la paz social de Eulen, al menos circunstancialmente, y también la cohesión de una familia que otrora parecía unida a un proyecto que hoy emplea a más de 90.000 personas. Las cosas han llegado a tal punto que David Álvarez Díaz, pese a ser el propietario del 51% de las acciones, se ha visto en la obligación de acudir a la justicia para celebrar una junta general extraordinaria que sus cinco hijos rebeldes se negaban a convocar y que tendrá lugar finalmente el próximo 25 de febrero en Bilbao.

Haciendo valer su paquete mayoritario, David Álvarez Díaz pretende disolver el consejo e iniciar una etapa de transición que concluya con la salida de Eulen a Bolsa, a fin de obtener financiación para ampliar su presencia internacional, especialmente en Estados Unidos. Sin embargo, es improbable que, ante este panorama se queden de brazos cruzados aquellos de sus descendientes empeñados en tomar en poder.

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