Este artículo se publicó hace 15 años.
Rusia espera que la visita de Obama confirme la mejora de las relaciones
La primera visita a Rusia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien llega mañana lunes a la capital rusa es esperada con expectación, pues podría confirmar la mejora de sintonía que se ha producido en el último tiempo entre ambos países.
El desarme nuclear es uno de los temas centrales de las conversaciones que mantendrá Obama con su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, que buscan acordar un tratado para sustituir el de Reducción de Armas Estratégicas (START), que expira en diciembre próximo.
La diplomacia rusa ha destacado que los equipos que negocian el nuevo tratado han avanzado más de lo que se esperaba cuando fueron retomadas las conversaciones de desarme, por lo que el documento debería de estar listo para su firma en diciembre de este año.
"Confiamos en que los presidentes constatarán el progreso alcanzado y confirmarán sus instrucciones de concluir el trabajo para diciembre", dijo el jueves pasado el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Sin embargo, las perspectivas de acuerdo se ven ensombrecidas por la exigencia rusa de vincular la firma del nuevo tratado a la renuncia estadounidense a desplegar elementos de su escudo antimisiles en el continente europeo.
"No bastan las declaraciones, se necesitan documentos vinculantes", declaró el director del Centro de Investigaciones Políticas de Rusia y experto en desarme, Vladímir Orlov.
En su opinión, si Obama se compromete formalmente a renunciar al escudo en la cumbre de Moscú se podría llegar a un acuerdo de "recorte moderado" de cargas nucleares, que el experto situó en un total de 1.500 unidades por país.
Orlov recalcó que en este caso las declaraciones no bastan, porque en los últimos años la anterior Administración estadounidense, la de George W. Bush, dañó las relaciones bilaterales y mermó la confianza.
"No es culpa de Obama, pero él tiene que asumir ese legado", agregó.
La problemática nuclear excederá el ámbito del desarme bilateral: Médvedev y Obama abordarán los problemas en materia de no proliferación de armas atómicas.
Pakistán, Corea del Norte e Irán, en este orden, son las grandes preocupaciones de las autoridades rusas que han destacado el grado de comprensión alcanzado con sus colegas estadounidenses para afrontar estas amenazas.
Difícilmente Obama y Medvédev acercarán posiciones sobre las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, cuyas declaraciones de independencia han sido reconocidas por Rusia, pero no por la comunidad internacional.
También se da por descontado, que el jefe del Kremlin no conseguirá promesas de su colega estadounidense de frenar el proceso de ampliación de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, al que anhelan sumarse los Gobierno de Georgia y Ucrania.
En vísperas de la llegada de su colega estadounidense, Medvédev propuso a Estados Unidos desterrar las rivalidades que colocaron las relaciones "casi al nivel de la Guerra Fría".
"Este no es momento de decidir quien lo tiene más difícil y quién es más duro. La crisis global es un desafío común ante el que todos somos absolutamente iguales", aseguró Medvédev en su vídeoblog (http://blog.kremlin.ru).
Medvédev expresó que los dos países "están obligados a mejorar sus relaciones para, a través de esfuerzos conjuntos, solucionar los numerosos problemas que afronta el mundo".
"Hay que reconocer que en los últimos años las relaciones se deterioraron. Crisis de confianza, inacción y falta de voluntad de tomar decisiones (...), las relaciones entre Rusia y EEUU degeneraron casi al nivel de la Guerra Fría", dijo.
No obstante, añadió, "la nueva administración estadounidense, encabezada por el presidente Obama, demuestra disposición a cambiar la situación, forjar unas relaciones más efectivas, más fiables y, al fin y al cabo, más modernas".
Según una encuesta efectuada por el Centro Levada, la mayoría de los rusos, el 42 por ciento, considera que la visita de Obama servirá para mejorar las relaciones bilaterales, mientras que el 39 por ciento no espera cambios.
Actualmente, uno de cada dos rusos (el 49 por ciento) considera que esas relaciones son "amistosas, de buenos vecinos y tranquilas", mientras que el 46 por ciento de los encuestados sigue convencido de que son "tensas, frías" y hasta "hostiles".
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