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Un satélite ruso y otro de EEUU colisionan en órbita

El choque ha liberado gran cantidad de chatarra espacial que amenaza con derribar otros aparatos

JAVIER YANES

Un satélite militar ruso y otro perteneciente a la compañía estadounidense de telecomunicaciones Iridium colisionaron el pasado martes en la órbita terrestre a 790 kilómetros de altura sobre Siberia, según confirmaron hoy fuentes de la NASA. El jefe científico de residuos espaciales de la agencia espacial de EEUU, Nicholas Johnson, dijo que 'es la primera vez que dos astronaves intactas han colisionado accidentalmente'.

El Gobierno ruso confirmó el incidente por medio del general Alexander Yakushin, quien detalló que se trataba de un satélite Kosmos de casi una tonelada, lanzado en 1993 y que dejó de operar dos años más tarde. Según la BBC, el Gobierno ruso declinó comentar sobre una posible pérdida de control de su satélite, mientras que Iridium ha negado cualquier error por su parte. El aparato de Iridium, de 560 kilos y lanzado en 1997, formaba parte de una constelación de 66 satélites destinados a la telefonía.

La colisión produjo dos nubes de basura espacial a altitudes entre 500 y 1.300 kilómetros. Estos pedazos podrían representar un peligro para otros satélites, por impacto directo o por colisiones en cascada con otros objetos que orbitan la Tierra. El mando estratégico de EEUU mantiene un seguimiento de unos 18.000 objetos, a los que han añadido ya más de 600 resultantes de esta colisión.

Según el portavoz de la NASA, John Yembrick, 'los escombros se moverán y se esparcirán, pudiendo impactar en otros. Eventualmente pueden caer y descender en sus órbitas'. La NASA ha aclarado que será necesario esperar varias semanas para valorar la magnitud de los escombros y el riesgo para otros satélites. La agencia rusa Interfax cita a un experto que advierte del peligro de colisión con satélites rusos inactivos que portan reactores nucleares.

En cuanto al riesgo de que un fragmento pudiera impactar con la Estación Espacial Internacional (ISS), que orbita unos 400 kilómetros por debajo del lugar del accidente, la agencia espacial rusa Roskosmos ha manifestado que no hay peligro. La NASA, en un documento interno filtrado al diario The Washington Post, señala de forma confusa que el riesgo es 'muy pequeño' pero al mismo tiempo 'elevado'.

Yembrick apuntó que 'la ISS tiene la capacidad de efectuar una maniobra de evasión si fuera necesario', algo que ya ha realizado anteriormente en ocho ocasiones. Actualmente la ISS está ocupada por tres astronautas, dos estadounidenses y un ruso.

Según fuentes de la NASA, otros aparatos pueden correr un riesgo más real; entre ellos, los restantes de Iridium, que circulan en órbitas polares cercanas a la del satélite destruido, o el telescopio espacial Hubble, que vuela a una altura próxima a la del accidente.

La agencia espacial de EEUU mantiene su previsión de lanzar el transbordador Discovery con destino a la ISS a partir del 22 de febrero, aunque precisó que dependerá de los resultados del seguimiento de los escombros espaciales.

El tráfico en órbita parece llevar el mismo camino hacia el colapso que el de las grandes ciudades. Desde el lanzamiento del Sputnik 1 en 1957 se han puesto en órbita más de 6.000 satélites, de los cuales siguen activos unos 3.000, según la NASA. A los aparatos hay que sumar cantidades ingentes de fragmentos algunos expertos hablan de millones de todos los tamaños. Dada la enorme velocidad de los objetos, más de 25.000 kilómetros por hora, hasta una minúscula astilla de pintura puede provocar un desastre.

Estos fragmentos ya han puesto en peligro vidas humanas. En 2007, un Airbus en vuelo desde Santiago de Chile a Auckland (Nueva Zelanda) estuvo a punto de ser golpeado por chatarra de un viejo satélite ruso que adelantó su reentrada en la atmósfera.

El aumento más drástico de basura espacial se produjo en 2007, cuando China ensayó un sistema de misiles para derribar un viejo satélite, lo que liberó más de 2.000 pedazos mayores que una pelota de golf.

En los últimos 20 años se han producido tres colisiones menores de basura espacial con un satélite, pero nunca antes un choque entre dos aparatos intactos.

Los expertos advierten del riesgo del síndrome de Kessler, un colapso en cascada que impediría el tráfico.

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