Este artículo se publicó hace 16 años.
La segunda entrega de "Expediente X" se aleja de lo paranormal y no despeja dudas
Con menos parafernalia que en la primera entrega y diez años más tarde llega este fin de semana a los cines de todo el mundo la segunda película de "Expediente X", seis años después del fin de la serie. Y ni aporta ni descubre nada nuevo, pero entretiene.
Bastante alejada de los temas paranormales que le dieron la fama a la serie desde su inicio, en 1993, esta segunda incursión en la gran pantalla de los célebres agentes especiales del FBI Fox Mulder (David Duchovny) y Dana Scully (Gillian Anderson) es un entretenido capítulo cercano a un thriller y que ahonda un poco más en la relación personal de la pareja protagonista.
Dirigida por Chris Carter, el creador de la serie, en "Expediente X. Creer es la clave" la trama gira en torno a la desaparición de una agente del FBI, caso para el que solicitan la ayuda de Mulder (aislado y dedicado a recortar casos extraños que aparecen en la prensa) y Scully (centrada en su carrera como médico).
Con una brillante realización y un muy bien elegido escenario rural nevado, la historia es floja -mezcla desde donaciones de órganos a pederastia pasando por el catolicismo- pero bien tramada, aunque dista mucho de los originales guiones que hicieron de "Expediente X" una serie de culto durante nueve temporadas.
Un trasfondo de asesinatos, operaciones monstruosas y criminales rusos, que se desarrollan bajo unas espectaculares y muy cinematográficas nevadas. Imágenes muy bien rodadas y que ayudan a entrar en la atmósfera de la historia.
Pero también unos actores en el lado de los malos que dejan bastante que desear, tanto desde el punto de vista de actuación como del desarrollo de los personajes.
Mulder y Scullly llevan el peso de la película, con la colaboración de Amanda Peet como agente del FBI y de Mitch Pileggi, que repite como Walter Skinner, en un corto y forzado papel metido casi con calzador.
El único elemento paranormal como los que nos tenía acostumbrados la serie es el personaje que interpreta Billy Connolly, el "Padre Joseph", que supuestamente puede "sentir" lo que ha pasado, ante la habitual mirada escéptica de Scully y la creencia casi ciega de Mulder.
Para los más fans de la serie será reconfortante que se repita el esquema del enfrentamiento entre las creencias de uno y el escepticismo de la otra. Habrá división de opiniones sobre la forma en que se muestra la aparentemente asentada relación de la pareja. Y se quedarán con ganas de saber algo más de los enigmas que marcaron el desarrollo de la historia durante casi 10 años (1993-2002).
Un cuidado envoltorio para una película técnicamente destacable pero con un guión que no está a la altura y, sobre todo, que se desmarca de las premisas de la celebrada serie.
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