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Simon Mann se arriesga a terminar sus días en una cárcel de Malabo

EFE

Estudiante privilegiado, soldado de las fuerzas especiales británicas, mercenario y actor fugaz, Simon Mann, a sus 55 años, se ha convertido en inquilino de las cárceles de Guinea Ecuatorial, donde se arriesga a terminar sus días.

Mann fue enviado en la madrugada del jueves a Malabo, horas después de que el Tribunal Superior de Harare confirmara su extradición, pero antes de que se pronunciara la Corte Suprema sobre un recurso de apelación que habían anunciado sus abogados.

Ante los tribunales de Malabo, Mann tendrá que responder por un complot para deponer al presidente guineoecuatoriano, Teodoro Obiang, que fue desbaratado en marzo del 2004 gracias a la información que sus participantes no tenían mucho celo en guardar.

Mann está considerado como el líder de la operación, una actividad que no está lejos de las misiones que venía desempeñando en naciones de África y de otros continentes desde que abandonó las filas de las fuerzas armadas del Reino Unido.

Físicamente, como destacó la BBC cuando su nombre saltó a la palestra, Simon Mann, barbado y con gafas, parece más un intelectual que un mercenario.

Estudió en el colegio Eton, al que acuden muchos hijos de la élite del Reino Unido.

Tanto el padre como el abuelo de Mann fueron capitanes de las selecciones inglesas de cricket en sus tiempos, y la familia era dueña de una importante firma cervecera.

De Eton pasó a la escuela militar de Sandhurst, y al graduarse se incorporó a la Guardia Escocesa. Pero su mayor experiencia la ganó en las filas del regimiento del Servicio Especial Aéreo (las SAS, en inglés), la principal unidad de las fuerzas especiales del Reino Unido.

Como oficial de las SAS, sirvió en Chipre, Alemania, Noruega e Irlanda del Norte. Aunque abandonó las filas castrenses en 1985, fue llamado de nuevo para participar en la primera Guerra del Golfo, en 1990.

En el período intermedio, Simon Mann se dedicó a la venta de equipos de computación y a la asesoría en materia de seguridad, un campo al que se metió a fondo a comienzos de los noventa, cuando fundó la firma Executive Outcomes con su socio Tony Buckingham.

Uno de los primeros empleadores de los servicios de Executives Outcomes fue el presidente angoleño, José Ecuardo dos Santos, cuando buscó un grupo de mercenarios para recuperar una importante explotación petrolera durante la guerra civil (1975-2002).

Después, en 1996, Mann formó la firma Sandline International junto con un antiguo compañero de la Guardia Escocesa, Tim Spicer. Si antes fue Angola, ahora fueron Sierra Leona y Papúa Nueva Guinea los países que requirieron de la experiencia mercenaria de Mann.

El paso por el cine llegó en 2002, cuando encarnó el papel del coronel Wilford, de un regimiento de paracaidistas, en una película basada en los hechos del llamado "Domingo Sangriento" que se registró en Irlanda del Norte en 1972.

Como contó la BBC, el director de la película, Paul Greengrass, describió a Simon Mann como una persona "humana, un aventurero, muy inglés, romántico y gran compañía".

El 7 de marzo de 2004, Mann fue detenido en Harare, encabezando un grupo de más de sesenta personas, todas ellas con pasaporte sudafricano, cuando pararon en Zimbabue camino de Guinea Ecuatorial para derrocar al presidente Teodoro Obiang Nguema.

Testimonios conocidos en los juicios que se siguieron en Pretoria por esta actividad mercenaria, prohibida por las leyes de Sudáfrica, indicaron que el grupo de conspiradores pecó de indiscreción en las fechas previas a la intentona.

Los comentarios que hicieron algunos de los miembros del grupo mientras tomaban tragos en Johannesburgo permitieron que los servicios de información siguieran la pista a la intentona y desbaratar el golpe cuando los conspiradores pararon en Zimbabue.

En Harare, el 10 septiembre de 2004, Mann fue condenado a cuatro años de prisión por violar las leyes de seguridad de Zimbabue e intentar tomar posesión de armas de guerra, y otros tres años por intentar comprarlas sin los certificados correspondientes.

La condena quedó reducida después, y quedó libre de los cargos el 11 de mayo del 2007, aunque siguió en prisión mientras la justicia de Zimbabua decidía sobre la petición de extradición presentada meses antes por el Gobierno de Malabo.

Era el único que quedaba en la cárcel en Zimbabue, porque el resto de los miembros del grupo que fueron detenidos en marzo del 2004 fueron saliendo de prisión, y en su mayoría regresaron a Sudáfrica.

Desde que fue arrestado en Harare surgieron dudas sobre la verdadera nacionalidad de Simon Mann.

Entró a Zimbabue con pasaporte sudafricano, ciudadanía que conserva, y en un primer momento el Reino Unido no lo asistió en Harare porque no le fue notificado de la detención de ningún británico.

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