El Gobierno sudanés reiteró hoy que no dará vuelta atrás en su decisión de haber expulsado a trece organizaciones humanitarias extrajeras de Sudán, y que trabajaban en la región de Darfur, en el oeste del país.

El anuncio lo hizo el vicepresidente sudanés, Ali Ozman Taha, en un discurso ante la Conferencia de Instituciones de la Sociedad Civil Árabe, que fue inaugurada hoy en la capital del país.

"La decisión del Gobierno de expulsar a algunos grupos de asistencia extranjera fue una disposición soberana, adoptada por el interés nacional, por lo que no desistiremos de ese paso fuesen cuales fuesen las presiones", remarcó el responsable sudanés.

En ese sentido, recordó que los sudaneses "conocen sus deberes patrióticos y que no necesitan que nadie se los recuerde".

Asimismo, criticó al Consejo de Seguridad de la ONU porque, según él, decidió presionar a Sudán para que deje regresar a Darfur a las organizaciones humanitarias expulsadas.

"Era mejor que el Consejo de Seguridad obtuviese las informaciones de sus fuentes correctas, es decir, de agencias de la ONU que participan en la evaluación de la situación humanitaria en Darfur", explicó Taha.

Jartum anuló hace dos semanas los permisos de trece organizaciones humanitarias internacionales y dos nacionales después de que la Corte Penal Internacional (CPI) emitiera una orden de arresto contra el presidente sudanés, Omar Al Bashir.

Jartum acusa a las ONG de haber colaborado en la preparación del caso contra Bachir y de la situación humanitaria que sufre Darfur.

Asimismo, Taha negó lo que algunos países occidentales sostienen en el sentido de que Jartum expulsó a las 13 ONG internacionales para impedir la llegada de ayuda a los desplazados por el conflicto de Darfur.

Ayer, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Uganda y otros de los quince países que integran el Consejo de Seguridad pidieron en una reunión a Jartum que invalide las órdenes de expulsión de esas organizaciones antes de que conduzcan esa región a una crisis.

El conflicto estalló en febrero de 2003 cuando dos grupos rebeldes se levantaron en armas en protesta por la situación de abandono de la zona.