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Supernanny dice "es bonito que los niños se vean y digan 'yo ya no soy así"

EFE

Hábitos, normas y tiempo de calidad son los tres pilares sobre los que trabaja la popular Supernanny, quien opina que los españoles no tienen muchas carencias para educar a sus hijos, sino "dificultades cotidianas que no saben cómo resolver, por ejemplo cuándo y por qué hay que decirle 'no' a un niño".

La psicóloga Rocío Ramos-Paúl, Supernanny, congrega cada semana en su programa en Cuatro a cerca de dos millones de personas para ver cómo consigue cambiar la conducta de niños que no quieren hacer los deberes, rechazan la comida e incluso insultan a sus padres.

Esta especialista ha volcado esta experiencia, y sobre todo la de su trabajo como directora de un centro de psicología en Madrid, en el libro "Aprendiendo a enseñar", con el objetivo de "decirles a los padres que se puede aprender a enseñar", explica en una entrevista con Efe.

Rocío señala que, aunque no le gusta generalizar, "lo que más les preocupa a los padres, hasta los tres años, es la alimentación y el sueño, y a partir de los 7, el cumplimiento de las normas".

Pero para esta experta lo más relevante es el llamado "tiempo de calidad", todo lo que tiene que ver con el refuerzo de la inteligencia emocional, la autoestima y las habilidades sociales, que se consigue con un esfuerzo diario de comunicación.

"Una de las cosas importantísimas en este sentido -explica- es pasar tiempo con el niño, y no de cualquier manera, sino haciéndole protagonista. Tienes que escuchar sus cosas del colegio a los tres años, porque luego querrás que, cuando sea adolescente, te cuente lo que hace con la pandilla".

Este es un ejemplo práctico de los muchos que ofrece la psicóloga, para quien los padres han perdido cierta autoridad a causa de filosofías que hasta hace poco predicaban total libertad para el niño, con la paradoja de que ahora triunfan en televisión programas basados en la educación de los años 60 ("Curso del 63").

"No soy partidaria de rechazar todo lo antiguo -explica-, creo más bien en redefinir, ahora sabemos que el trayecto hasta los 6 años es una etapa muy importante, en la que hay que hacer hincapié en muchos valores, como el control de la frustración: el niño recibe un no y entiende que las cosas necesitan un esfuerzo".

Rocío Ramos-Paúl añade que "ser firme es fundamental, son necesarias normas y una figura de autoridad, pero no tiene por qué haber autoritarismo".

Por ejemplo, muchos padres son partidarios de un cachete para reprender a un niño, algo que según Supernnany es un error: "Corres el riesgo de que el niño entienda que la violencia es una forma de solucionar las cosas, y, además, para que fuera efectivo habría que aumentar la intensidad".

Hoy día, los castigos pueden hacerse sobre el tiempo de juego en las videoconsolas, por ejemplo, y, en estos tiempos de crisis, "animamos a los padres a poner pagas, por lo que significa de esfuerzo para conseguir algo y ahorrar, un valor, creo, acertado de recuperar".

Otro consejo práctico para un caso extremo: "Si un niño de 3 años te insulta y te ríes o te enfadas mucho, lo más probable es que lo repita; si no lo atiendes, dejará de hacerlo porque ve que no sirve para nada. Sin embargo, a los 8 años, donde hay una intención de hacer daño, la intervención es distinta, tiene que tener consecuencias".

Los abuelos cuidan a los niños cada vez más horas, y esta influencia se nota, aunque no tiene por qué ser negativa: "En un mundo donde todo tiene que ser nuevo, es muy positivo tener cerca una persona que te recuerda continuamente que el esfuerzo que ha hecho le ha llevado a ser lo que es, y que lo antiguo no siempre es desechable".

Aunque no siempre hay que ser inflexible: "A partir de los 8 años y durante toda la adolescencia es necesaria una negociación, y los padres no suelen entender que tienen que ceder para conseguir un objetivo, por ejemplo, premiar el esfuerzo; con el tiempo el estudio se convertirá en un hábito que no necesite premio".

A la hora de preparar sus programas, Rocío Ramos-Paúl siempre aplica dos premisas fundamentales: "Que no exista ningún trastorno en el niño y que no haya ninguna otra intervención de un profesional, para no interferir".

Muchos de los casos se solucionan tras las dos semanas en que Supernanny observa atentamente a la familia y ofrece sus pautas de actuación: "Por ejemplo, las rabietas funcionan muy bien en ese tiempo, en general los niños tienen una capacidad de cambio. Cuanto más mayores somos, menos capacidad de cambio tenemos".

Con algunas de las familias sigue en contacto después de los años, con otras no tiene ninguno, aunque siempre les llama antes de la emisión para preparar a los niños ante la repercusión que puede provocar el programa.

"Lo más bonito que me pasa entonces es que muchos niños se ven en la tele y les dicen a sus padres: 'Yo ya no soy así'", explica la psicóloga, que en la actual edición de "Supernanny" ha introducido un caso de entre 8 y 10 años "que desgraciadamente tenemos que incluir ya en las conductas de preadolescentes".

En estas edades están aumentando las "conductas preocupantes", según su experiencia en el centro de psicología, porque las nuevas formas de vida también adelantan las etapas infantiles.

"En la adolescencia, cuando los niños creen saberlo todo, lo que más trabajamos es la comunicación, enseñamos a hacer contratos entre padres e hijos", concluye la psicóloga.

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