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Los talibanes afganos se desentienden del 11-S y abogan por seguir luchando

EFE

Los talibanes afganos negaron hoy cualquier implicación en los atentados del 11-S que condujeron hace una década a EEUU a invadir Afganistán, y aseguraron tener resistencia para una larga guerra contra las fuerzas internacionales.

"El 11-S recuerda a los afganos cada año un suceso sobre el que no tuvieron nada que ver, pero que sirvió de pretexto para que los EEUU imperialistas derramasen la sangre de decenas de miles de inocentes de afganos", reza un comunicado de los integristas.

En el texto, difundido hoy a la prensa en la víspera del décimo aniversario de los ataques terroristas perpetrados por Al Qaeda en suelo estadounidense, los talibanes solicitaron una "investigación imparcial" sobre los hechos.

"Pedimos al mundo que presione a los dirigentes colonialistas americanos para que desistan en su afán de engullir nuestra tierra", afirmaron.

EEUU invadió Afganistán poco después de los atentados del 11-S tras acusar al régimen talibán, entonces en el poder en el país centroasiático, de dar cobijo al líder de la red Al Qaeda, Osama Bin Laden, fallecido el pasado mayo en Pakistán.

"Han destruido nuestras aldeas y cultivos mediante el bombardeo ciego y las operaciones nocturnas bajo el nombre de una guerra contra el terror injustificada", dijeron hoy los insurgentes.

"Han encerrado a miles de afganos en centros de detención en Guantánamo, Bagram y Kandahar, y en otras bases donde son brutalmente torturados", agregaron, al tiempo que abogaron por continuar con su lucha contra las tropas extranjeras.

Según los talibanes, "los afganos tienen una resistencia inacabable para una larga guerra" y "enviarán a los estadounidenses a la papelera de la historia, como ya sucedió con otros imperios en el pasado".

"Creemos que el arma de la creencia vencerá finalmente a la de los poderes materiales", zanjaron los talibanes, según la nota.

Un 11 de septiembre hace diez años, 19 terroristas secuestraron cuatro aviones en suelo estadounidense y perpetraron el mayor ataque terrorista en la historia de EEUU.

Dos de los aparatos impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, otro contra el Pentágono, mientras que el cuarto se estrelló en Pensilvania sin lograr golpear su objetivo, todavía desconocido.

En total, unos 3.000 muertos, que cambiaron radicalmente el mapa mundial y tuvieron una repercusión directa en Afganistán, pues menos de un mes después EEUU -apoyado por la comunidad internacional- invadió el país asiático y derrocó al régimen talibán.

Pero una década después, los insurgentes parecen hallarse en un momento de fortaleza justo cuando las fuerzas de la OTAN acaban de comenzar su retirada gradual del país al calor del traspaso de la competencia de la seguridad a las fuerzas afganas.

El recién concluido mes de agosto fue de hecho el más mortífero para las tropas estadounidenses desde el inicio de la guerra con un total de 67 soldados muertos.

Y 2010 fue el año más sangriento para la población civil, con 2.777 fallecidos a causa del conflicto, según un informe de la ONU.

Actualmente hay unos 133.000 soldados de la Alianza Atlántica -la mayoría de EEUU- desplegados en Afganistán, que irán abandonando por fases el país en un proceso que debe concluir en 2014, si se cumplen los plazos previstos.

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