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Los talibanes amenazan con mutilar a los que vayan a votar

Karzai y sus ministros intentan tranquilizar al electorado tras el atentado contra la OTAN en Kabul

MAR CENTENERA

Kabul se despertó ayer con los nervios a flor de piel. Los talibanes lograron burlar el sábado la seguridad del centro acorazado de la capital afgana y cometieron un atentado contra la sede de la OTAN que costó la vida a siete personas, un error mortal que al día siguiente todos intentaban que no se volviese a repetir.

El presidente, Hamid Karzai, negó que el ataque fuese a atemorizar a la población: 'Los afganos no tienen miedo de ninguna amenaza e irán a votar', aseguró en un discurso televisado. Pero casi simultáneamente los talibanes amenazaban con mutilar a los electores que acudan a las urnas.

Los ministros de Defensa y de Interior, y el jefe de los servicios secretos, también intentaron calmar los ánimos. En una rueda de prensa conjunta, anunciaron que las tropas mantendrán un alto el fuego el 20 de agosto, el día de los comicios presidenciales, y pondrán todos los medios a su alcance para impedir ataques insurgentes que empañen la cita electoral.

Pero sus declaraciones no cumplieron el objetivo deseado. En medio de un atasco, el frenazo brusco de un coche a escasa distancia de un todoterreno gubernamental provocó que un escolta metiese su rifle por la ventanilla abierta del copiloto y amenazase al conductor hasta dejarlo pálido. Y aunque los termómetros alcanzaron los 38 grados a la sombra a mediodía, miles de guardias de seguridad, armados con rifles, chalecos antibalas y botas militares rastreaban la calle a izquierda y derecha sin cesar en busca del más mínimo movimiento sospechoso.

'Normalmente, después de comer muchos están sentados, intentando aguantar como pueden el calor y haciendo un gran esfuerzo para no dormirse. Hoy se nota que están más nerviosos', comenta Mokhtar, un vendedor de fruta ambulante. Después de tres décadas de guerra, los residentes de Kabul están acostumbrados a convivir con el miedo. No así con la arrogancia de algunos de los nuevos policías y empleados del floreciente negocio de la seguridad privada, ni con las restricciones de tráfico impuestas a muchas calles que son, en cambio, de libre acceso para los extranjeros.

Los ecos del atentado también se pudieron escuchar en boca de los aspirantes a arrebatar la presidencia a Karzai o, al menos, a forzar una segunda vuelta. 'Estoy seguro de que la paz no llegará a Afganistán mientras haya criminales de guerra en el poder. Creo que los talibanes no atacan a los americanos o a los británicos, sino que libran una guerra contra su enemigo, Karzai', declaró Ramazan Bashardost, a quien los sondeos sitúan el tercero en intención de voto.

Mientras, los talibanes siguieron atacando allí donde son más fuertes, al sur del país. La explosión de una bomba mató a dos soldados británicos en la provincia de Helmand y elevó a 201 la cifra total de militares del Reino Unido muertos en combate desde 2001.

Los talibanes también intensificaron sus amenazas, señala Al Yazira. A los que osen participar se les cortará la nariz, las orejas y el dedo delator, el que se marca con tinta para saber que esa persona ha votado, advierten los panfletos que aparecieron ayer en aldeas de Helmand y Kandahar. Las fuerzas de seguridad, entre ellas unas 100.000 tropas extranjeras, harán lo posible para impedir que esas amenazas se cumplan. Pero quedan por delante tres días de muchos nervios.

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