Este artículo se publicó hace 15 años.
El teatro Bolshói inaugura la temporada sacudido por retrasos y escándalos
El legendario teatro Bolshói arranca la 234 temporada sumido en el escándalo por las acusaciones de corrupción y los continuos retrasos en las obras de reconstrucción del edificio.
"Me preocupan los últimos escándalos en torno a la dirección de reconstrucción del teatro. Temo mucho que eso ralentizará las obras", aseguró Anatoli Ixánov, director general del teatro, una de las joyas mundiales del ballet y la ópera que comenzó a funcionar en 1776.
El edificio original del Bolshói, que fue construido hace 185 años, cerró sus puertas el 1 de julio de 2005 por reformas y, desde entonces, se ha visto salpicado por polémicas que han acabado afectando también a su vertiente artística.
Recientemente, la empresa constructora anunció a bombo y platillo que la apertura del teatro tendría lugar el 2 de octubre de 2011, dos años más tarde de lo previsto, aunque nadie descarta nuevos aplazamientos.
Por todo ello, los aficionados tendrán que seguir acudiendo a la sucursal del Bolshói, el Nuevo Escenario, construido junto al viejo edificio, declarado por la UNESCO patrimonio de la humanidad.
Ixánov ha reconocido que el proyecto de reconstrucción del Bolshói se asemeja cada vez más, por su dificultad, a la del Teatro Real de Madrid, que se prolongó durante la friolera de 20 años.
En su opinión, ambos teatros tienen el mismo problema: el desgaste y obsolescencia de las paredes debido a la acumulación de agua bajo los cimientos del inmueble, que se encuentra en pleno corazón de Moscú, a unos cientos de metros del Kremlin.
El director reconoció que "hasta su cierre, nadie conocía el grado de desgaste del edificio, su estado catastrófico", y que sólo "cuando los constructores pudieron retirar la pintura de los muros fueron capaces de ver las enormes grietas".
El ministro de Cultura de Rusia, Alexandr Avdéyev, puso el dedo en la llaga al criticar la deficiente dirección del proyecto y la falta de coordinación entre las empresas participantes y de cooperación con las autoridades de Moscú.
Según el arquitecto jefe de Moscú, Alexandr Kuzmin, las autoridades de la capital se oponen a la construcción de un escenario subterráneo en el Bolshói, lo que modificará sustancialmente el aspecto de la plaza Teatrálnaya en la que se encuentra el teatro.
"El Bolshói se construye, pero el Gobierno de Moscú se ha distanciado de este proyecto", señaló Kuzmin, que también se declaró en contra de aumentar el tamaño del edificio.
Por esta razón, según la prensa local, el poderoso alcalde moscovita, Yuri Luzhkov, ha encargado a su equipo que asuma directamente el control de las obras, lo que no ha sido bien recibido en los círculos artísticos cercanos al Bolshói.
Mientras, el pasado 14 de septiembre estalló un nuevo escándalo cuando la Fiscalía decidió abrir una investigación sobre la presunta malversación de fondos públicos destinados a la reconstrucción del edificio.
Al parecer, la agencia federal encargada del proyecto suscribió en 2003 un contrato con la compañía constructora Kurortproekt para que diseñara la segunda fase de la renovación del Bolshói, pero le pagó varias veces más de lo que figuraba en el documento.
Junto al refuerzo de los cimientos, el proyecto incluye la restauración de las fachadas y las superficies de mampostería, que datan de los años 1780, 1825 y 1856, así como de las pinturas y construcciones en madera.
El edificio duplicará su superficie (de 40.000 a 80.000 metros cuadrados), y el escenario podrá transformarse según el tipo de representación y disfrutará, dice la dirección, de una acústica perfecta.
La faceta artística del Bolshói tampoco ha estado exenta de polémica, ya que su director musical y de orquesta, Alexandr Vedérnikov, dimitió en julio por desavenencias con la administración del teatro, y la intromisión de burócratas y funcionarios.
Vedérnikov explicó su renuncia por la dictadura artística que ha impuesto Ixánov, la falta de financiación y el hecho de que Luzhkov vaya a dirigir la reconstrucción del teatro, al considerar que antepondrá los intereses económicos a los artísticos.
Su sustituto es el compositor ruso Leonid Desiátnikov, que ejercerá el cargo hasta el 31 de diciembre de 2011, aunque, según sus palabras, no es "un auténtico director musical", mientras el puesto de director de orquesta permanecerá vacante.
Su obra más famosa es la ópera "Los niños de Rosenthal", que fue estrenada con gran polémica en el Bolshói en 2005, ya que fue tildada de "pornográfica" por el Parlamento y boicoteada por grupos juveniles cercanos al Kremlin.
En cuanto a la nueva temporada, que se abrió con uno de los clásicos del Bolshói, la ópera "Borís Godunov" de Modest Musorgski, romperá moldes, ya que se representará por vez primera una opereta, "El murciélago", de Johann Strauss, en marzo de 2010.
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