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"Tipines" y "tipazos" en la política

EFE

Si se pusieran a posar en plan Ana Obregón en una playa, los políticos españoles no saldrían mal parados, y ahí está el ejemplo de José María Aznar para demostrarlo. Salvo excepciones, contadas, la mayoría cuida sus cuerpos y mima la salud, y si no es por el footing, es por largos paseos o por la natación.

Es cierto que hay algunos que apenas hacen deporte, aunque quisieran, que la voluntad a veces cuenta. La portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de Santamaría, reconoce que desde que estrenó el cargo ya no asiste a las largas sesiones de pilates que tanto le gustaban ni tiene tiempo de pulir el cuerpo.

Sólo le queda una de sus pasiones, pero sólo le queda en agosto: el submarinismo, que practica cuando el calor aprieta en lugares que no revela.

Dos compañeras suyas, la secretaria general de los populares, María Dolores De Cospedal, y la responsable de Organización, Ana Mato, se encuentran en tesituras similares, así que tiran de dieta para que no se les ablande la tripita.

De Cospedal aprovechará este verano para practicar "un estricto descanso", en tanto que Mato intentará hacer algo de footing. El tiempo, bueno, la falta de tiempo, es en su caso el peor enemigo: empezó tenis y lo dejó, empezó paddle y lo dejó también.

A muchos diputados les gustaría disponer de más tiempo; quizá se escuden en ello para tapar una voluntad quebradiza, y ahí está el ejemplo del portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, que temprano por la mañana, y casi a diario, suele ir al parque madrileño de El Retiro a correr. Luego, directo a la Cámara Baja.

Es cosa de proponérselo y perseverar. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hace footing casi todas las mañanas, esté donde esté, y también es visitante frecuente de la piscina.

Se ve que entre los primeros ministros cunde eso de echarse kilómetros. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es "fan" del gimnasio; el francés, Nicolás Sarkozy, se machaca con las zapatillas de running hasta en las horas centrales del día -hace poco le dio un síncope-; y el portugués, José Sócrates, es otro de los que sale a correr aunque esté lejos de casa.

La canciller alemana, Ángela Merkel, confesó en una entrevista que le encanta el ejercicio de barra libre en gimnasia, pero no consta que lo practique.

El presidente del PP, Mariano Rajoy, también se cuida, pero prefiere tomárselo con más calma, así que por las noches, antes de una cena frugal, suele dar largos paseos por los alrededores de su casa.

La vicepresidenta económica, Elena Salgado, es aficionada al senderismo y el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, antes que moverse, prefiere la tranquilidad del río con una caña de pescar entre las manos.

En vez de zapatillas para correr, hay políticos que eligen zapatillas para pedalear. Al diputado de ICV en el Congreso, Joan Herrera, se le puede ver por las calles de Barcelona encima de su bicicleta y al vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, le van los retos más a lo Alberto Contador.

Cada verano suele marcarse un desafío, la ascensión a un puerto de montaña. Este verano se le ha puesto entre ceja y ceja uno en Aragón, que subirá en "mountain bike" y a ser posible en compañía de uno de sus hijos.

Así que los políticos se han tomado en serio eso de tener un cuerpo más que digno y una salud a prueba de ritmos estresantes. No sólo por el deporte que hagan, sino también por la dieta que siguen, y los resultados son estos "tipines" que muchos quieren o los "tipazos" que todos sueñan y pocos, salvo Aznar, consiguen.

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