Este artículo se publicó hace 15 años.
Torio, la energía del futuro
EEUU retoma la carrera por el torio, un combustible nuclear 40 veces más potente que el uranio y tres veces más abundante
La humanidad necesita una revolución energética. Según la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de electricidad y combustible aumentará un 45% hasta 2030, y la tercera parte de esa demanda se cubrirá con carbón, el principal culpable del cambio climático. El consumo de petróleo también se disparará hasta los 106 millones de barriles diarios, frente a los 85 millones actuales. Y, mientras, las centrales nucleares seguirán en tela de juicio por su estigma de inseguridad y el problema de los residuos radiactivos. Si no se produce una revolución, la humanidad camina hacia un calentamiento global de seis grados centígrados para 2100.
Para esquivar este horizonte, los expertos sueñan con una nueva fuente de energía que sea capaz de abastecer todas las necesidades del planeta. Pero no basta con eso. No podrá emitir dióxido de carbono. Y su materia prima debe ser abundante y encontrarse en países con democracias estables, no en Kazajistán, Namibia y Níger, como ocurre con el uranio. Algunos científicos creen que esta revolución energética no es un sueño. El milagro existe, escondido en un rincón de la tabla periódica. Y se llama torio.
El Congreso de EEUU acaba de descubrir este elemento, descrito por el químico sueco Jöns Jakob Berzelius en 1828. El pasado 21 de abril, el congresista Joe Sestak presentó en el Congreso estadounidense una proposición de ley para que la Secretaría de Energía estudie la posible utilización del torio como combustible nuclear en EEUU. Unas semanas antes, el mismo diputado había presentado otra propuesta para investigar el uso de torio como combustible en los buques de la Armada.
El uranio no se acaba -según el Organismo Internacional de Energía Atómica hay reservas suficientes para 100 años-, pero los Gobiernos ya están buscando un sustituto. Y el torio parte con ventaja. Como explica el catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla, Manuel Lozano Leyva, en su libro Nucleares, ¿por qué no?, todo el torio extraído en una mina se puede emplear en un reactor, frente al exiguo 0,7% del uranio natural.
"Si se hace un balance de masa y energía, resulta que cierta cantidad de torio ofrece unas 40 veces más energía que la misma de uranio", ilustra el físico. "Y, para colmo de virtudes del torio, resulta que es prácticamente inútil para la proliferación nuclear y que sus fragmentos de fisión y los transuránicos que produce su absorción de neutrones representan unos residuos mucho menos radiactivos que los del uranio", añade. Por si fuera poco, se estima que las reservas mundiales de torio triplican las de uranio, y más de la tercera parte se encuentran en Australia y EEUU. El papel de España en esta hipotética energía del futuro no será relevante. Según Enusa, la empresa pública que suministra combustible a las centrales nucleares nacionales, "no existen datos de reservas oficiales de torio en España".
A pesar del nuevo ímpetu de EEUU, el torio es un viejo conocido para los científicos. En los últimos 30 años, la utilización de este elemento como gasolina nuclear se ha experimentado en Alemania, India, Japón, Rusia, Reino Unido e, incluso, en EEUU. Pero el desastre de Chernóbil, en 1986, y los bajos precios del petróleo hicieron a muchos países abandonar la investigación.
La carrera por el torio, no obstante, ha creado extraños compañeros de viaje. La empresa estadounidense Thorium Power, creada en 1992, ha probado en los últimos cinco años un combustible de torio y uranio en un reactor experimental del Instituto Kurchatov de Moscú, con dinero público de EEUU. Los resultados se están evaluando ahora, y el siguiente paso será probar el fuel en un reactor comercial.
India, con un 12% de las reservas mundiales de torio, también mantiene sus líneas de investigación. El ex presidente indio Abdul Kalam, ingeniero aeronáutico de formación, urgió a comienzos de este mes a los jóvenes a utilizar el torio "para reducir la contaminación medioambiental".
El físico Francisco Castejón, responsable de la campaña antinuclear de Ecologistas en Acción, cree que estos ensayos están destinados a fracasar. Y pone un ejemplo muy cercano: el llamado, con sorna, Rubbiatrón. En marzo de 1997 se constituyó en Zaragoza el Laboratorio del Amplificador de Energía, una empresa promovida por el científico italiano Carlo Rubbia, premio Nobel de Física de 1984. Su objetivo era ambicioso: instalar en Aragón un prototipo de reactor de torio para eliminar los residuos radiactivos generados en las centrales nucleares. Finalmente, el proyecto, con un coste de 20.000 millones de pesetas, se abandonó por la fuerte oposición social y política.
Para Castejón, que trabaja en temas de fusión nuclear en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), socio en su momento del Rubbiatrón aragonés, los reactores de torio abren demasiadas incógnitas. "Para obtener energía de este elemento, es necesario bombardearlo con neutrones. ¿Cómo generamos esos neutrones? Necesitaríamos bombardear una placa de plomo con protones para generarlos pero, de momento, ese acelerador de protones fundamental no existe", afirma.
Además, señala Castejón, los residuos de los reactores de torio son menos peligrosos que los que emplean uranio, pero seguirán siendo radiactivos durante miles de años. En su opinión, el torio no es el ingrediente de la revolución energética, sino "el último intento de la industria nuclear para continuar llevando a cabo actividades perniciosas".
Un proyecto de 15 años y 550 millones de euros“Durante decenios, científicos de todo el mundo han reconocido la utilidad del torio como combustible, pero la tecnología y la financiación para llevar a cabo la transición al torio no existía”, explicaba en 2006 Hector D’Auvergne, fundador de DBI, una empresa aeroespacial de California que investiga esta fuente de energía desde hace 30 años. “Hoy, estamos a las puertas de desarrollar un reactor en el que el torio no sólo reemplace gradualmente a los combustibles fósiles como fuente de la energía mundial, sino también a la energía nuclear basada en el uranio”, auguraba.
El nuevo debate sobre el torio en el Congreso de Estados Unidos puede ser el empujón definitivo que reclamaba D’Auvergne para lanzar la utilización del torio. De momento, ni siquiera se extrae de manera exclusiva en ninguna mina del planeta. “Mientras el uranio continúe barato y no haya perspectiva a largo plazo de desarrollo de la energía nuclear, el torio se continuará investigando a bajo ritmo”, pronostica el físico Manuel Lozano Leyva. Pero el renacimiento atómico, con 44 centrales actualmente en construcción en el mundo, promete disparar los precios del uranio y favorecer la vía del torio.
Para algunos científicos, como el físico Egil Lillestol, de la Universidad noruega de Bergen, el reactor de torio definitivo llegará en 15 años, pero sólo si colaboran todos los expertos del mundo y alguien pone 550 millones de euros.
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