Este artículo se publicó hace 17 años.
Tratan de explicar por qué los McCann suscitan antipatía en muchos
La última galardonada con el premio de ficción Man Booker, Anne Enright, ha suscitado una polémica en este país al explicar en un ensayo las razones por las que los padres de Madeleine McCann, la niña británica de cuatro años desaparecida en mayo en Portugal, caen antipáticos a mucha gente.
"Uno podría pensar que los comentarios que aparecen en internet (sobre el matrimonio) rebosan de odio, pero el odio aproxima al objeto del mismo. Lo que yo veo en cambio es repugnancia (...), una emoción implacablemente mezquina", escribía Enright.
"No les perdonamos sus tonterías como el exhibir pequeñas cintas amarillas, hacer jogging al día siguiente o ir a misa cogidos de la mano", agregaba la novelista irlandesa, que criticaba también al padre de la pequeña, Gerry McCann, por utilizar un lenguaje "más apropiado de un ejecutivo de empresa que de un padre desesperado".
Enright publicó su artículo, en el que expresaba sus propios sentimientos ambivalentes hacia los McCann, en la revista especializada "London Review of Books" antes de que se diese a conocer que había ganado el Man Booker, hecho este último que contribuyó a magnificar sus comentarios.
En unas declaraciones a un periódico de Liverpool, la pasada semana, la madre de Kate McCann se quejaba de que desconocidos criticasen en plena calle a su hija - y madre de Madeleine- por haber estado en todos los sitios menos donde tenían que estar cuando desapareció la pequeña.
"Si pesase algunos kilos más, tuviese unos pechos más generosos y un aspecto más maternal, la gente me tendría más simpatía, explicó Kate MCann, según su madre, quien explicó que ésa sentía que la atacaban porque "no está llorando cada vez que la fotografían".
"Se ceban en ella porque consigue poner al mal tiempo buena cara. La gente dice que tiene una mirada severa, pero que por dentro está hecha un desastre", decía Susan Healey.
En un artículo en el que se pregunta si Kate McCann se muestra demasiado "tranquila" como para despertar nuestra simpatía, una periodista del dominical "The Sunday Times", Margaret Driscoll, comenta hoy que si Kate McCann nunca ha llorado en público, ello puede deberse a varias causas.
Puede ser que sus asesores se lo hayan aconsejado para que el supuesto secuestrador de su hija no se deleite con su congoja de madre o tal vez porque, como médica que es, está acostumbrada a hacer frente a situaciones traumática sin exteriorizar sus emociones.
La periodista señala, sin embargo, que Kate McCann se equivoca si piensa que una de las razones por las que la gente siente antipatía por ella es que no da la impresión de ser suficientemente "maternal" porque hay muchas madres que tampoco lo parecen.
"Lo que repele es su frialdad, no su delgadez ni el cuidado con el que elige las joyas que se pone", agrega.
Según la novelista Rose Tremain, citada en el mismo artículo, lo que ocurre con el matrimonio McCann sólo muestra "el lado más feo de la naturaleza humana: nos intrigan las historias de horror y de desastres".
Para Tremain, hay en todo ello un elemento de regocijo en la desgracia ajena, y es algo que pasa muchas veces con las personas que adquieren de pronto celebridad.
El cineasta Roer Graef, que fue recientemente con un grupo de expertos a Portugal para investigar el caso, considera que el misterio que rodea la desaparición de la pequeña contribuye a exacerbar el modo en que reacciona la gente.
"Nos inquieta la incertidumbre y también el hecho de que el culpable es alguien al que tal vez nunca encontremos", afirma Graef.
Para la psicóloga Linda Papadopoulos, aunque la gente identifica generalmente belleza y bondad, resulta también más fácil odiar a las personas atractivas (como Kate McCann) porque hay una necesidad de creer que una persona atractiva no puede ser totalmente perfecta.
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