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Las vacunas vencen, pero no convencen

La OMS afirma que 600.000 niños en Europa no reciben todas las inmunizaciones necesarias en los primeros dos años de vida

AINHOA IRIBERRI

A principios del pasado mes de febrero, dos adolescentes valencianas experimentaron convulsiones tras serle puesta la segunda dosis de la vacuna Gardasil, que previene la infección de cuatro subtipos del Virus del Papiloma Humano (VPH), causantes de más del 60% de los casos de cáncer de cuello de útero en España. Aunque el viernes 17 de abril según se recoge en el informe presentado ayer , el comité de expertos convocado por Sanidad concluyó que el cuadro clínico no tiene relación biológica con la vacuna, el caso ha vuelto a poner de manifiesto la inquietud que genera entre la población cualquier efecto adverso asociado no necesariamente causado a la administración de una vacuna.

'No sé qué hubiera pasado si los síntomas de las niñas valencianas hubieran estado realmente causados por la vacuna' comenta el responsable del área de vacunación del Centro de Investigación en Salud Pública, Javier Díez-Domingo, desde Annecy, donde la Fundación Mérieux organizó a principios de semana un seminario sobre inmunizaciones. 'Probablemente, se hubiera seguido administrando en todos los países, porque estaríamos hablando de dos efectos adversos sin secuelas en casi 50 millones de dosis pero, en España ¿en Valencia?. No sería extraño que se hubiera suspendido el programa de vacunación'.

Aunque las vacunas se consideran una de las medidas que más han influido en la salud pública, la cobertura de los programas de inmunización dista de ser universal en muchos países. La OMS ha aprovechado que esta semana es la Semana Europea de la Vacunación para recordar que todavía 600.000 niños en el continente no reciben todas las vacunas necesarias en su primeros dos años de vida. En España, la cobertura es del 99%, según Sanidad pero en otros países como EEUU existe un amplio movimiento antivacunación abanderado incluso por personajes públicos como el actor Jim Carrey.

A pesar de que ningún fármaco está exento de efectos adversos, la sociedad parece tener tolerancia cero a este tipo de eventos cuando se trata de vacunas. La principal razón, según los expertos es que la población que las recibe está, al contrario que la que se medica, sana. Así, explica Díez-Domingo, si se sufre una hemorragia intestinal tras consumir ibuprofeno una reacción no infrecuente el paciente pensará que, por lo menos, se ha evitado el dolor de cabeza. Por el contrario una vacuna no cura nada y, en realidad, no tiene por qué prevenir; por ejemplo, si una persona se vacuna del sarampión, evitará la enfermedad, pero nada garantiza que la hubiera padecido en caso de no haberse vacunado.

El segundo gran factor que explica la polémica que en ocasiones rodea a las vacunas es la edad en las que se suele proceder a la vacunación masiva. Esto facilita, según la especialista del Instituto Federal de Tecnología de Suiza Katharina Hartman, que su administración coincida en muchos casos con la edad en que suelen aparecer determinadas enfermedades.

Así sucede, por ejemplo, con muchos trastornos neurológicos del desarrollo, que se suelen detectar en el primer año de vida, franja en la que se administran la mayoría de las vacunas. 'Cuando a tu hijo le pasa algo poco después de que le pinchen es muy difícil, por mucho que te digan, no culpar al medicamento', reconoce Díez-Domingo.

En este sentido recuerda una anécdota que le ocurrió mientras participaba como investigador en un ensayo clínico: 'Convencimos a la madre de un niño de seis años para que incluyera a su hijo como voluntario en la investigación, un procedimiento seguro como todos los ensayos clínicos; era un viernes y cuando vinieron a por la dosis al centro de salud, se nos habían acabado las vacunas; hasta el lunes no podíamos reponerlas, así que mandamos a los dos a casa y les citamos para entonces. Esa misma noche, el niño ingresó en el hospital con una enfermedad grave. Si le hubiera puesto la vacuna ¿no cree que hubiera pensado que ambos eventos tenían relación?'.

Algo similar podría haber ocurrido en el caso de las niñas de Valencia. Aunque no figura en el informe final emitido ayer por Sanidad, los expertos reunidos en Francia sospechan que lo que sufrieron Raquel y Karla fue un síndrome de conversión, un trastorno de ansiedad que pueden desencadenar distintos eventos y que no tiene secuelas neurológicas y que es muy común en la adolescencia.

Aunque aún no han trascendido datos sobre el efecto que los casos de Valencia hayan podido tener en la decisión de los padres de dejar vacunar del VPH a sus hijas adolescentes, las polémicas que rodean regularmente a las vacunas suelen implicar un descenso o incluso la interrupción de los programas de inmunización.

Según señaló la directora del Centro de Vacunología Neonatal de la OMS, Claire-Anne Siegrist, el caso más destacado fue el relacionado con la vacuna de la polio en Nigeria. En este país, donde en 1988 se declaraban 1.000 casos de polio al día, la introducción de la inmunización supuso que la cifra se redujera en 2003 a 672 casos al año. Pero en esta fecha, líderes tribales y religiosos comenzaron a difundir la idea de que la vacuna transmitía el virus del sida y afectaba a la capacidad de reproducción femenina. Entre 2003 y 2005, la enfermedad no sólo volvió a ser endémica en seis países donde había dejado de serlo sino que se declararon casos importados a 18 países, incluyendo Arabia Saudi por estar allí La Meca.

También se han asociado la vacuna combinada contra el sarampión, las paperas y la rubeola con el autismo y la de la hepatitis B con la esclerosis múltiple. En todos los casos, la ciencia ha quitado la razón a los rumores.

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