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Vampiros, monstruos y fantasmas al servicio del romanticismo en las series

La NBC estrenará la próxima semana la esperada 'Drácula', protagonizada por Jonathan Rhys Meyers. Un ejemplo más de las producciones televisivas que satisfacen la sed de sangre y terror adolescente

MARÍA JOSÉ ARIAS

 

Drácula, el vampiro por antonomasia de la literatura, prepara su desembarco en la pequeña pantalla para reivindicar el papel de los de su especie en una cultura popular reciente que ha dado cabida a un tipo de vampiros responsable de desvirtuar la imagen de ese 'chupasangre' cruel y despiadado creado por Bram Stoker a finales del siglo XIX. Después de meses leyendo sobre el proyecto de convertir a Jonathan Rhys Meyers en el temido Conde y con las imágenes llegando con cuentagotas, la NBC estrenará el próximo 25 de octubre su gran apuesta para esta temporada, Drácula.

Este reinventado Conde Drácula usa como tapadera la identidad de Alexander Grayson, un emprendedor norteamericano que viaja al Londres victoriano en busca de nuevas oportunidades mercantiles cuando en realidad lo que quiere es venganza. Producida por los responsables de Downton Abbey, Cole Haddon no se ha olvidado del componente romántico. Una joven y apuesta muchacha de la alta sociedad londinense hará que Drácula se cuestione muchas cosas bajo la dirección de Steve Shill, quien ya dirigió a Rhys Meyers en Los Tudor.

No será la única incursión de Drácula en la pequeña pantalla, ya que Penny Dreadfull (Showtime), anunciada para el próximo año y cuyos dos primeros episodios dirigirá el español Juan Antonio Bayona, recuperará al vampiro más temido y otros monstruos literarios para una serie cuyo personaje conductor será el joven Ethan, interpretado por Josh Hartnett. Dos series con Drácula en el elenco pero con un planteamiento distinto. La segunda, la creada por John Logan, apuesta por el lado oscuro del monstruo. Mientras que Drácula, haciendo hincapié en él, no olvida resaltar ese lado 'humano' que, según muchas series actuales protagonizadas por este tipo de criaturas, todo monstruo tiene.

La ficción televisiva está plagada de ejemplos de vampiros con problemas amorosos y que se esfuerzan por superar su adicción a la sangre humana. Desde que Joss Whedon convirtiese primero a Ángel y después a Skype en títeres a merced de los encantos de una cazadora llamada Buffy allá por finales de los noventa, muchos han sido los vampiros adolescentes (en apariencia) sucumbiendo al amor prohibido, los celos, los problemas de instituto, familiares, de aceptación, de identidad, de adicción a la hemoglobina...

Ejemplos no faltan. Crónicas vampíricas, en la que una huérfana adolescente protagoniza un peligroso triángulo amoroso con dos hermanos de colmillos afilados. El recientemente estrenado spin-off de ésta, The Originals, que viaja a los orígenes de todo. Y, aunque con matices, True Blood, donde los vampiros viven a cara descubierta y una camarera con poderes telepáticos vuelve loco a más de uno. Todas ellas orientadas a un público concreto que devora con ansiedad el drama y el componente romántico sin que ello tenga porque ser negativo. No todo ha de ser series de alto calado social, político o con diálogos vertiginosos.

Los parámetros en los que se mueven son más o menos los mismos, actores jóvenes y atractivos dando vida a monstruos/criaturas con un fuerte lado humano que tira de ellos. No solo vampiros. También hay hombres lobo, bestias sin clasificar y fantasmas. Teen Wolf relata las aventuras de ese hombre lobo adolescente que fue en cine Michael J. Fox en los ochenta y que hace dos años MTV convirtió en serie con Tyler Posey en el papel.

En Beeing Human, serie británica que cuenta con una versión estadounidense, un vampiro, un hombre lobo y una fantasma comparten piso en Bristol o Boston, según la versión que se siga. Otro caso actual es el de Beauty and the Beast, serie emitida en Estados Unidos por The CW -cadena especialista en este tipo de historias- en la que el protagonista es un joven soldado (Jay Ryan) víctima de un experimento militar fallido que lucha porque el ADN animal que le implantaron no gane la batalla a su lado humano. Una lucha que compagina con la huida de sus cazadores y el coqueteo con una guapa agente de la ley (Kristin Kreuk).

En este afán por humanizar a monstruos y criaturas los fantasmas parecen ser los menos atractivos. Pocos se parecen al cándido y tierno Casper. En su mayoría son entes despiadados, con cuentas pendientes en este mundo y muchas ganas de venganza, ya sea contra quienes acabaron con su vida o contra cualquiera que se mude a su antigua casa, piso, oficina... Los hermanos Winchester de Sobrenatural llevan nueve temporadas recorriendo la geografía estadounidense con la única misión de desfacer entuertos, que diría Don Quijote, provocados por fantasmas, demonios y todo tipo de criaturas paranormales y demoníacas.

Quienes no han tenido, por ahora, la posibilidad de mostrar a los espectadores su lado humano (de tenerlo) han sido los zombisAlgunos de los espíritus con los que se las vio Jennifer Love Hewitt en Entre fantasmas no eran demasiado amigables. Por no hablar de los de American Horror Story, la serie de terror del momento, que lleva tres temporadas aterrorizando al público con sus historias de eventos y entes paranormales. Quienes no han tenido, por ahora, la posibilidad de mostrar a los espectadores su lado humano (de tenerlo) han sido los zombis. En el cine, sin embargo, lo hicieron recientemente con Warm Bodies, traducida aquí como Memorias de un zombi adolescente. En televisión, la serie de referencia con muertos vivientes es The Walking Dead, que acaba de estrenar la cuarta temporada, y sus descompuestos protagonistas no tienen nada de humanos (aunque en algún momento de la serie se planteen dudas sobre este extremo).

En España también ha habido algunos intentos por probar suerte en esto de humanizar monstruos/criaturas en series de televisión. En El misterio de Calenda Belén Rueda tenía que vérselas con un oscuro secreto local que implicaba una manada de hombres lobo. Aura Garrido saltó a la fama con Ángel o demonio, serie que aguantó dos temporadas en antena y que planteaba la posibilidad de una lucha entre seres celestiales e infernales con adolescentes enamoradizos como protagonistas. En el capítulo vampírico quizá no muchos recuerden la miniserie No soy como tú, protagonizada por Alberto Ammann. Los guionistas españoles se han atrevido, incluso, a hacer un remake de Entre fantasmas titulado El don de Alba con Patricia Moreno en el papel principal.

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