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El vehículo espacial europeo Julio Verne se acopla a la Estación Espacial Internacional

EFE

El vehículo espacial Julio Verne, el primero enteramente europeo, se acopló hoy con éxito a la Estación Espacial Internacional (EEI) al término de una pionera maniobra totalmente automatizada, lo que relanza a Europa en la carrera espacial, puesto que le otorga independencia con respecto a Estados Unidos y Rusia.

El éxito de la misión, la primera de este tipo que se hizo de forma automática y sin intervención desde la Tierra, abre la puerta a que la Agencia Espacial Europea (ESA) cumpla con sus compromisos en el desarrollo de la EEI de forma autónoma gracias a esta nueva generación de vehículos automáticos de transporte (ATV).

El Julio Verne entró en contacto con la estación a las 14:45 horas GMT, siete minutos después acabó la fase de amarre, lo que fue saludado con una salva de aplausos en la sede de la ESA en París.

Las cámaras embarcadas en el ATV y las de la EEI permitieron seguir la maniobra en tiempo real desde la Tierra.

El vehículo, que hasta ahora flotaba en el espacio a unos 40 kilómetros de la EEI, comenzó a aproximarse poco después de las 11:00 horas GMT. Tanto el ATV como la estación orbitan en torno a la Tierra a unos 28.000 kilómetros por hora.

Unas condiciones que ponían a prueba el sistema automático de amarre, que necesitaba de una precisión de centímetros y que resultó un éxito total.

La "fase de acoplamiento fue más simple que los test que se habían hecho en el pasado", según confesó entusiasta el director general de la ESA, Jean-Jacques Dourdain.

Julio Verne se acopló a un muelle de amarre del módulo ruso Zvezda y allí permanecerá durante los próximos seis meses.

Los tres astronautas rusos que habitan en la actualidad la EEI entrarán en el ATV a partir de mañana y, tras un proceso técnico de conexión y de filtrado del aire, comenzarán a descargar el sábado las más de siete toneladas de alimentos, combustible, oxígeno y material para experimentos que transporta.

Luego utilizarán el módulo como almacén y la cargarán con desperdicios que, al igual que el vehículo, se desintegrarán al entrar en contacto con la atmósfera terrestre.

Entre sus misiones más urgentes figura la de utilizar sus propulsores para elevar a la EEI a su órbita nominal, de la que se desvía a causa de la atracción de la Tierra, algo que está previsto para el próximo 19 de abril.

Los responsables de la ESA no ocultaban la satisfacción que les supuso el éxito de una misión que, en sus propias palabras, les permite "entrar en la primera división de la carrera espacial".

"Hemos logrado una proeza técnica extraordinaria que consagra la independencia europea y nos pone en condiciones de igualdad con nuestros socios. Tenemos que aprovecharlo para garantizar el futuro de la EEI", señaló Dourdain.

Pese a la euforia que reinaba en la sede de la ESA, donde se brindó con champán por el éxito del proyecto, Dourdain invitó a sus colaboradores a "seguir trabajando" para lograr nuevos éxitos.

"La fase de entrenamiento ha terminado y la realidad ha alcanzado a la imaginación. Pese a toda la imaginación que hemos puesto en este proyecto, creo que la realidad que acabamos de crear es más apasionante", aseguró el máximo responsable de la ESA apenas unos minutos después del final de la maniobra.

Para el primer ministro francés, François Fillon, el éxito de hoy ilustra "las competencias y dominio tecnológico mundialmente reconocidos" de Europa.

A partir de ahora, Europa no dependerá de otros socios para enviar material a la EEI.

El ATV acrecentará su importancia cuando en 2010 dejen de volar los transbordadores europeos, principales fuentes de avituallamiento de la estación.

Julio Verne fue lanzado el pasado 9 de marzo a bordo de un cohete Ariane-5 desde la base de Kurú, en la Guayana francesa, y su acoplamiento a la EEI hoy pone fin a trece años de estudio e investigación que han costado a la ESA poco más de 2.000 millones de dólares.

Diversas empresas europeas trabajan ya en la fabricación del próximo ATV, al que la ESA dará también el nombre de un europeo histórico.

Cada nuevo vehículo costará unos 315 millones de dólares, pero en la ESA destacan que la tecnología desarrollada permite avances importantes en Europa, por lo que dan por bien empleada la inversión.

Entorno al seis por ciento de cada uno de esos vehículos corre a cargo de empresas españolas.

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