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Venezuela, Cuba y Nicaragua se desmarcan de condena de Latinoamérica a Gadafi

EFE

Venezuela, Cuba y Nicaragua se desmarcaron ayer de la condena mayoritaria que expresó América Latina en el seno de Naciones Unidas a la brutal represión por parte del régimen de Muamar el Gadafi de las protestas populares en Libia.

Esos tres países evitaron condenar expresamente la violencia mostrada por Gadafi y expresaron sus reticencias a que la Asamblea General de la ONU acordara la expulsión de ese país como uno de los 47 miembros del Consejo de Derechos Humanos (CDH), aunque finalmente apoyaron la iniciativa, que fue aprobada por unanimidad.

"El pueblo libio debe definir su destino sin interferencias foráneas. Los pueblos soberanos son los únicos protagonistas de la historia y ninguna fuerza extranjera está autorizada para intervenir en los asuntos internos de la nación libia", defendió el embajador de Venezuela, Jorge Valero, en la reunión de la Asamblea.

Además, exhortó a "los países amantes de la paz" a detener "los planes de invasión de Libia que han sido anunciados con desparpajo" por EEUU y cuyo "propósito es -dijo- apropiarse del inmenso potencial de recursos naturales y riquezas energéticas que están depositados en la madre tierra del pueblo libio".

El embajador cubano ante la ONU, Pedro Núñez, se alineó con su colega en estas acusaciones, al tiempo que abogó por "una solución pacífica y soberana sin injerencias ni intervenciones extranjeras".

"Seguimos con preocupación las reiteradas declaraciones de EEUU y la Unión Europea sobre la posibilidad de una intervención armada", a la que "Cuba se opone categóricamente", ya que, según afirmó, causaría "miles de muertos y graves consecuencias para la economía mundial".

En ese mismo sentido se pronunció la embajadora de Nicaragua, María Rubiales, quien también dijo que a su país le preocupa la pérdida de vidas humanas.

"Confiamos en la capacidad y sabiduría del pueblo libio y de su liderazgo encabezado por Gadafi para resolver sus problemas internos y encontrar una solución pacífica de manera soberana, sin injerencias, sin dobles raseros, sin intervenciones militares extranjeras de ningún tipo y bajo ninguna justificación", afirmó.

Más contundente con la actuación del régimen libio se mostró el embajador colombiano, Néstor Osorio, para el que "son legítimas las aspiraciones del pueblo libio de vivir en una sociedad más justa y equitativa".

Además, advirtió de que "el periodo de reconciliación requerirá el establecimiento de medidas para que quienes hayan cometido crímenes de lesa humanidad sean llevados ante la Justicia".

El embajador de México, Claude Heller, reiteró la condena "enérgica" a la violencia con la que se han reprimido las manifestaciones pacíficas en Libia, así como "las ejecuciones extrajudiciales, los ataques indiscriminados en contra de la población y las violaciones graves y sistemáticas a los derechos humanos cometidos en ese país".

La delegación guatemalteca encabezada por el embajador Gerd Rosethal argumentó que "no cabe duda alguna de que los derechos fundamentales de la población libia se están violando de forma sistemática y flagrante" y de que "su Gobierno no tiene autoridad moral para opinar sobre la manera en que otros países cumplen con los derechos humanos".

La histórica decisión de ayer de echar a Libia del CDH también fue aplaudida por el embajador de Costa Rica, Eduardo Ulibarri, quien defendió que es una medida "apegada al derecho internacional y acorde con la obligación de los miembros de la ONU de proteger vida e integridad de las personas y sus derechos humanos".

Por su parte, el embajador de Bolivia ante la ONU, Pablo Solón, dejo clara el rechazo de su país al "uso de la violencia venga de donde venga, en especial la desplegada contra población civil desarmada".

De todos modos, resaltó que el consenso logrado en la Asamblea General para expulsar a Libia "no puede ser malinterpretado y usado para promover una intervención militar".

En esa misma línea se expresó el embajador de Ecuador, Francisco Carrión, quien condenó la injerencia de ciertos países en asuntos internos de otros, de la que apuntó a Irak como "el ejemplo más patético".

Además, advirtió del rechazo de su país a que las medidas adoptadas por Naciones Unidas se utilicen "con ningún otro propósito salvo el de proteger al pueblo libio".

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