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"En verano, sin médico"

En el asilo madrileño denunciado falta personal, según los familiares

VANESSA PI

'¿Me das la merienda, y se la doy en su habitación?'. María, nombre ficticio -quiere guardar el anonimato-, pide la merienda de su madre a una de las dos mujeres que atienden a la treintena de ancianos que aguarda en la sala de estar de la residencia concertada Amma de Alcorcón .

Las dos trabajadoras del centro no dan abasto. La mayoría de los ancianos son dependientes. Merendar les lleva su tiempo. María dedica casi media hora a ayudar a su madre, octogenaria con Alzheimer, a que se coma un tazón de leche con dos galletas. La mujer merienda tranquila en su habitación, grande y nueva, con un enorme armario empotrado y un baño adecuado a sus necesidades.

En la habitación de enfrente, la escena se repite. Con mucho cariño y paciencia, Fernando da la merienda a su madre. Como su vecina, ocupa una de las dos camas reclinables del cuarto; la otra está vacía. Como los pasillos. Una voz llama por megafonía al personal del 'pasillo amarillo'. Pero no hay ningún trabajador.

La residencia concertada Amma de Alcorcón, que abrió hace tres años, rompe el estereotipo sobre las residencias en las que se producen supuestas negligencias. Las paredes y los suelos están limpios. Las habitaciones son amplias y acogedoras y cuentan con baños adaptados. Por las ventanas entran chorros de luz. Su problema es la falta de personal.

Mientras la Comunidad de Madrid investiga si el centro cumple con la plantilla exigida al establecer el concierto, la dirección habla de 115 contratados y el comité de empresa de 90. Un corrillo de familiares dicen tenerlo claro: 'La culpa es de la Comunidad, que no exige al centro. En verano estuvimos sin un sólo médico'. Un familiar relata que por las mañanas se agrava el problema: 'Hay que ducharlos, vestirlos, darles el desayuno... Una sola persona se ocupa de 14 ó 15 ancianos', denuncia.








 

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