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Vicent recrea en un libro la increíble vida de Jesús Aguirre, duque de Alba

EFE

Pasar de clérigo volteriano a convertirse en duque de Alba no parece fácil pero Jesús Aguirre lo consiguió, quizá porque siempre aspiró a lo más alto, como refleja ahora el escritor Manuel Vicent en su nuevo libro "Aguirre, el magnífico", protagonizado por "un personaje propio de Valle-Inclán".

"Era un hombre brillante, ingenioso, sarcástico y malvado; de respuestas imprevisibles y eruditas", decía hoy en una entrevista con Efe Vicent, quien se adentra en la vida de este singular intelectual, admirado por unos y considerado "un arribista, un cazadotes" por otros, y recrea sus luces y sombras con humor, ironía y "sin entrar en chismorreos".

Pero "Aguirre, el magnífico" es mucho más que una biografía novelada del decimoctavo duque de Alba, porque Vicent (Villavieja, Castellón, 1936) da también sabias pinceladas sobre medio siglo de la historia española y construye "un retablo ibérico" donde este personaje se refleja como si fuera "una figura escapada de la corte de los milagros de Valle-Inclán".

La posguerra y la larga dictadura franquista, la apertura del Concilio Vaticano II, la transición, las décadas de democracia, la "movida" de los ochenta y el final del milenio -Aguirre murió en 2001- desfilan por las páginas de este libro, publicado por Alfaguara y perteneciente a ese género de "la memoria imaginaria" en el que habitualmente se mueve el escritor.

Este "esperpento literario" le rondaba a Vicent por la cabeza desde hacía tiempo, quizá desde que Aguirre empezó a decir en diferentes círculos que el autor de "Tranvía a la Malvarrosa" era su biógrafo.

La cuestión adquirió ya tintes más serios cuando en 1985, tras la ceremonia en la que Gonzalo Torrente Ballester recibió el Premio Cervantes, Aguirre se acercó hasta don Juan Carlos y le dijo: "Majestad, le presento a mi futuro biógrafo". El rey "echó el tronco atrás con una carcajada muy espontánea y exclamó: 'Coño, Jesús, pues como lo cuente todo, vas aviado".

Con esa escena, "absolutamente verídica", comienza la nueva novela de Vicent, que, como afirmaba hoy, no podía "dejar escapar vivo, o muerto, a un personaje como este".

El novelista valenciano tuvo "una cierta amistad" con el exclérigo y lo trató con frecuencia, tanto cuando Aguirre dirigía la editorial Taurus como luego en su etapa de duque, aunque tras casarse con la duquesa de Alba "llegó un momento en que fue inaccesible para todos", y al final de su vida "parecía que había enloquecido".

Vicent no ha querido "hacer sangre" ni caer en el morbo", y hay aspectos de la vida del duque que trata con suma delicadeza, como su "extraña sexualidad".

La supuesta homosexualidad de Aguirre "fluye en el libro", pero nunca se alude "de forma explícita" a ese tema. "El lector puede imaginar lo que quiera".

"Lo último que hubiera hecho en esta vida Aguirre es participar en el 'orgullo gay'. No era un militante de la homosexualidad sino que la llevaba de forma peculiar, con máxima discreción", señaló el autor de novelas como "Son de mar", "La novia de Matisse" o "León de ojos verdes".

"Lo que me atraía a mí del personaje era la parte de simulacro o de liturgia que había en su vida. Siempre estaba diciendo misa, aunque estuviera secularizado", asegura Vicent tras recordar la facilidad con que Aguirre encandilaba a su auditorio, ya fuera el que acudía a las misas que oficiaba en la capilla de la ciudad Universitaria o el que iría años más tarde a sus conferencias.

Hijo de madre soltera, Aguirre "apuntó muy alto desde niño". Formado en Alemania, en su etapa de sacerdote aspiraba a "ser papa" y, tras secularizarse, empezó a alternar con la aristocracia en cuanto tuvo ocasión.

Su nombramiento como director general de Música en 1977 le permitió "conquistar" los palcos del Teatro Real y de la Zarzuela, y le abrió las puertas de la aristocracia. "Como Aguirre era muy brillante, deslumbraba a condes y a duques, y los sorprendía con maldades que los dejaba descolocados".

Tras su primer encuentro con Cayetana de Alba en Marbella, Aguirre le dijo a un amigo que la duquesa le había "caído de la patada". La impresión de ella tampoco fue favorable porque, al volver a casa, le comentó a una amiga: "A mí este hombre me ha parecido un fatuo, un impertinente".

Pero, luego, la duquesa y Aguirre comenzaron a verse con frecuencia y en 1978 se casaron.

"Puestos a hablar como los villanos, el braguetazo de Jesús Aguirre había alcanzado la altura del Himalaya", escribe Vicent en el libro.

"Ella, por lo visto, lo quiso mucho", aseguró hoy el escritor, quien en ningún momento ha hablado con la duquesa para escribir este libro, "porque eso hubiera sido entrar en el chismorreo".

Ana Mendoza

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