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Víctor Chamorro recoge en una novela toda la sangre derramada en medio siglo

EFE

El hijo ilegítimo de un cacique extremeño recorre la primera mitad del siglo XX alimentando su rencor por la ignominia de no tener apellido, y su odio individual se irá confundiendo con el odio colectivo de una España fratricida que retrata Víctor Chamorro en su última novela, "Guía de bastardos".

El protagonista, Pablo, nace en un pequeño pueblo y crece en un medio rural atrasado y primitivo, en donde los caciques campan a sus anchas y los campesinos soportan su miseria esperando el consuelo de otra vida mejor que les predica el cura desde el púlpito de la parroquia.

De ese mundo ancestral evoca Chamorro el encanto de profesiones olvidadas, como las de Segundo, el abuelo de Pablo, que fue primero herrero, pero luego yerbatero y sanador, dando muestra de unas habilidades donde confluían la sabiduría popular, la tradición y las supersticiones.

Cuando Pablo acude a la escuela, sus compañeros le llaman bastardo, y desde ese momento crecerán en la mente del chico sentimientos encontrados; amará a su madre, pero la despreciará por su pecado de juventud, y odiará a su padre, aunque en el fondo lo admire y busque su reconocimiento.

Con esas emociones contradictorias, el protagonista desarrollará un carácter complicado y algo autodestructivo; sus relaciones con las mujeres son insatisfactorias, y en algún momento llega a reconocer que está reproduciendo con ellas el mismo comportamiento prepotente que mantuvo su padre.

Pablo hace la mili en África y estalla en ese momento la Guerra Civil; a él le pilla en el bando equivocado, pues sus ideales están con la República, pero gracias a ello podrá regresar a su pueblo como vencedor e intentará de nuevo reivindicar su apellido.

En la posguerra Pablo alcanzará cierta prosperidad económica, pero será incapaz de encauzar su vida porque el rencor lo carcome, un rencor que lo convierte en una persona violenta, tan violenta, en definitiva, como la época en la que le ha tocado vivir.

La venganza final del bastardo, que sirve a la vez de homenaje póstumo a su madre, adquiere carácter alegórico: la sangre derramada del cacique condensa y resume toda la sangre de una época.

El novelista extremeño ha dicho a EFE que no es consciente de que "Guía de bastardos" sea una obra tan brutal como algunos íntimos le han comentado, y se extraña cuando se le compara el tono de la novela con el tremendismo de Camilo José Cela, pero admite que esa violencia sorda "puede ser simplemente el reflejo de la vida".

La publicación de este libro tiene también su historia. Víctor Chamorro fue dos años seguidos finalista del Planeta en la década de los 60, y fue además finalista de los premios de novela Blasco Ibáñez y Ateneo de Sevilla. Algunos manuales de novela contemporánea lo han designado como "el eterno finalista".

El escritor, que se ha ganado el sustento con una vida dedicada a la enseñanza, exiliado voluntariamente de los cenáculos literarios oficiales, para poder publicar sus libros ha debido esperar a ganar algún premio -el último el Café Gijón de 2002- o costearse él mismo la edición de algunas de sus obras.

En esta ocasión ha sido la hija del novelista, Maite Chamorro, la que empeñando "con nerviosa alegría su tiempo y su cuenta corriente", ha creado en Hervás, la localidad cacereña donde reside la familia, Planteamiento Editorial, con el propósito de ir publicando toda la obra inédita de su padre.

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